Rosa Montero recibe el premio José Luis Sampedro de Getafe Negro en la UC3M

Rosa Montero recibe el premio José Luis Sampedro de Getafe Negro en la UC3M

Rosa Montero

“Escribo la novela que necesito escribir y creo que la única manera de hacer algo que realmente merezca que haya un lector al otro lado es escribir con veracidad, con el corazón, dejarte atravesar por la historia que quieres escribir”

¿Qué se siente al recibir este premio?

Me siento emocionadísima. Me emocionó mucho cuando me lo anunciaron: un premio que se llama José Luis Sampedro, que premia la excelencia, la innovación y los valores humanos. Encima la ceremonia ha sido preciosa, han dicho cosas increíbles, han puesto un video que me ha dejado completamente desarbolada y la verdad es que no sé cómo agradecerlo porque, como he dicho, los escritores somos gente muy insegura, siempre pensamos que lo que estamos haciendo puede ser una estupidez, escribir puede escribir cualquiera y qué sentido tiene lo que haces; entonces que te venga un premio así, calma bastante esa inacabable herida de inseguridad que arrastramos.

Durante la ceremonia has glosado la figura de José Luis Sampedro. ¿Qué recuerdos literarios y personales tienes de él?

José Luis Sampedro ha sido uno de los grandes personajes de la cultura y de la sociedad de los últimos cincuenta años en España. Ha sido un maestro para muchos, en muchísimos sentidos; como escritor, ha sido un escritor magnífico con una obra personal, muy singular, con la que yo encuentro muchos puntos de contacto, por ejemplo en sus temas: la vejez, el erotismo, las reflexiones sobre el poder. También ha sido un maestro como ciudadano, porque ha demostrado una manera de implicarse en la sociedad, de que hay que estar atento, implicado, que no puedes pasar de actuar, de mover la sociedad hacia donde tú crees que debe ir. Ha sido un maestro también como modelo de intelectual, de un intelectual ético y la primera cosa que nos enseña es que uno tiene que pensar sus ideas por sí mismo y todos los días, que no te puedes sentar sobre tus ideas y creer que ya lo sabes todo y dejar que ahí se pudran. Ha sido un hombre que hasta que murió, ya muy mayor, ha sido un ejemplo de verdadero intelectual, entendido como aquel que se esfuerza por pensar el mundo cada día. Luego ha sido un modelo de empatía, de afecto, de humildad, de accesibilidad: tú te acercabas a él y desprendía un aura de hombre bueno. Eso es lo que es ser un sabio, unir el conocimiento con la maduración personal. Y ha sido un modelo maravilloso de vitalidad, porque es que hasta el final parecía un joven: ha sido el nonagenario más joven que he conocido en mi vida. Consiguió aunar la serenidad ante la muerte con el hambre inacabable de vivir. Ojalá yo llegara a la cuarta parte de ese conocimiento.

Getafe Negro 2016 - Premio a Rosa Montero

Olga Lucas, viuda de José Luis Sampedro, y Rosa Montero.


Has combinado durante toda tu trayectoria periodismo y literatura. Háblanos de esa relación.

El único problema que tuve durante algunos años fue la incompatibilidad horaria, en el sentido de que la novela es muy absorbente, al igual que el periodismo “full time”. Pero no hay más remedio. Siempre digo que la literatura se escribe a las seis de la mañana en la mesa de la cocina porque luego te tienes que ir a trabajar y no tienes ni despacho; tradicionalmente se ha escrito así. Por otro lado, el periodismo que yo he hecho toda mi vida, que es el de reporterismo, el de ser plumilla, periodismo escrito, es un género literario como cualquier otro. Truman Capote escribió A sangre fría que era un reportaje y una gran obra literaria. La mayoría de los escritores cultivan más de un género; hay ensayistas y poetas, como Octavio Paz. Yo me considero una escritora que cultiva la ficción, el periodismo y el ensayo. El periodismo forma parte de mi profesión, de mi ser social, de mi ser exterior, y la ficción es lo que yo soy. Escribo ficción desde que tenía cinco años. Como la mayoría de los novelistas empecé de niña y no concibo la vida sin escribir, es que no sabría vivir sin escribir. Gracias a que escribo puedo ponerme de pie todos los días, sino yo creo que me haría pedazos. Creo que muchos novelistas pensamos que si no escribiéramos, nos volveríamos locos.

¿Qué relación tienes con el género de novela negra?

Por lo pronto, tengo dos novelas que podrían considerarse negras: las de Bruna Husky, las novelas futuristas de un androide de combate en el año 2109, “Lágrimas en la lluvia” y “El peso del corazón”. Son dos thrillers, dos novelas negras, además de novelas de ciencia ficción. Por otro lado, yo, como otros tantos compañeros de generación e incluso escritores más jóvenes y mayores, hemos utilizado recursos del género aunque no hiciéramos novela negra. Yo lo he hecho en muchas de mis obras, en “La hija del caníbal”, en “El corazón del tártaro”, incluso en “La carne”, mi última novela. Creo que la novela negra es la única épica posible en el mundo de hoy y además es heredera de la picaresca, así que de alguna manera somos hijos de nuestra cultura y por eso nos es tan cercana, porque de algún modo es ese tipo de novela transversal, social, heredera de la picaresca.

Los hábitos de lectura de las nuevas generaciones cambian ¿cómo consigues atraerlas con tu literatura?

Yo no quiero embaucar a nadie, sí quiero hacer actos de prestidigitación maravillosos porque escribir una novela es un acto de prestidigitación, como decía Naipaul. Pero sin trucos. Escribo la novela que necesito escribir y creo que la única manera de hacer algo que realmente merezca que haya un lector al otro lado es escribir con veracidad, con el corazón, dejarte atravesar por la historia que quieres escribir. Si tienes suerte encontrarás a alguien al otro lado. Tengo la suerte, lo veo en las ferias del libro de Madrid, de tener un montón de gente joven que me lee y me parece maravilloso. Pero no escribo para nadie en especial. Uno en realidad escribe intentando hacer la novela que le gustaría leer.

 

Getafe Negro 2016. Entrevista a Lorenzo Silva

Getafe Negro 2016. Entrevista a Lorenzo Silva

Lorenzo Silva

“La novela negra es una buena forma de hacer el relato de las sociedades complejas y convulsas, y muchos escritores españoles han jugado esa baza con inteligencia y talento”

Comisario del Festival Getafe Negro cuya IX edición se celebra del 13 al 25 de octubre, con Argentina como país invitado y dedicado a la figura de Cervantes y a los refugiados.

La UC3M colabora, un año más, con el Festival, organizando diversas actividades que se suman a las que se realizarán en espacios urbanos y culturales de Getafe y Madrid.

Como escritor de novela negra, ¿qué opinas de la situación del género en España?

Ha habido un boom sorprendente, a juzgar por la poca y débil tradición del género entre nosotros, pero quizá no tanto a juzgar por las transformaciones y las encrucijadas en que se ha visto la sociedad española en los últimos años. La novela negra es una buena forma de hacer el relato de las sociedades complejas y convulsas, y muchos escritores españoles han jugado esa baza con inteligencia y talento. No es oro todo lo que se publica, pero el nivel medio es francamente estimable, con autores sobresalientes.

En tu última novela, Donde los escorpiones, tus protagonistas viajan a Afganistán, ¿qué te llevó a situar la novela allí?

La necesidad de contar una parte de la realidad española (la implicación en conflictos bélicos internacionales de carácter global, en teatros de operaciones a veces muy lejanos) a la que la literatura española parece dar la espalda por completo, y la intuición de que enviar allí a Bevilacqua podía ser una buena manera de propiciar la inmersión en esa realidad oculta de los lectores que empatizan con él. También una forma de sacarle y de sacarme de nuestra zona de confort, porque ya llevamos muchos años juntos y no hay que repetirse.

Getafe Negro

Presentación de Getafe Negro 2016, con la presencia del escritor escocés Ian Rankin

Bevilacqua y Chamorro están presentes en tus novelas desde hace 20 años. ¿Cómo han cambiado y cómo ha cambiado con ellos España?

A ellos les ha ocurrido algo que no debe de sorprender demasiado: han envejecido, han aprendido (y yo con ellos) han ganado en escepticismo y perdido en ingenuidad, pero sin hacerse cínicos ni perder la pasión (los quiero bien y nunca los degradaría así). El país, a la vista está, se ha depauperado de manera que nadie habría previsto hace 20 años, y sus disfunciones y su necesidad de reinvención asoman a las novelas, cómo no.

¿Por qué la dirección del festival se decidió por Argentina como país invitado?

Queríamos desde hace años traer a alguna de las grandes literaturas en español. Hemos comenzado por Argentina porque su oferta es ingente y excelente, y porque contamos con la complicidad inmediata del gobierno argentino, a través de su embajada, que quiero agradecer desde aquí.

Protagonistas principales de esta edición de Getafe Negro son Cervantes y los refugiados, ¿desde qué perspectiva se aborda la figura del escritor de El Quijote y el drama de los refugiados en el festival?

A Cervantes tratamos de quitarle solemnidad: durante bastantes años fue un buscavidas, un hombre pobre que trataba de prosperar en una sociedad cerrada e implacable. Eso le permitió ver y vivir lo que le nutrió cuando en su madurez escribió sus grandes obras. Y en cuanto a los refugiados, la idea es explorar las causas, revelar la dimensión criminal del fenómeno (y no sólo por las mafias que los mueven) y subir con ellos a esa barca en que uno abandona su tierra, a su gente y todo lo que construyó en su vida, para tratar de entender por qué seguimos viviendo en un mundo que sigue obligando a la gente a hacer algo así, que nadie haría de buen grado.

 

Perfil

Lorenzo Silva, licenciado en Derecho y escritor, comenzó a escribir en la década de los ochenta. Su obra abarca diversos géneros que van desde la poesía al ensayo, pasando por la novela y los artículos periodísticos. Es autor también de algunas obras para el público juvenil. Ha obtenido varios galardones, entre los que destaca el Premio Nadal del año 2000 con El alquimista impaciente, el Premio Primavera 2004 con su obra Carta Blanca y el Premio Planeta 2012 con La marca del meridiano, la séptima entrega de Bevilacqua y Chamorro. En 2016 ha publicado Donde los escorpiones, novela en la que retoma a la pareja de guardias civiles protagonista de su popular saga.