Con ocasión del séptimo centenario de la muerte de Dante, profesores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) organizaron una exposición en la Biblioteca Nacional con diez manuscritos de la Divina Comedia. Esta exposición forma parte del proyecto “Madrid Ciudad Dantesca” y fue comisariada por el profesor de la UC3M, Michele Curnis.
¿Cómo surgió la idea de preparar esta exposición?
La Biblioteca Nacional de España (BNE) posee una importante colección de manuscritos de Dante, en particular de la Comedia y de la traducción castellana más antigua, la que se atribuye a Enrique de Villena. Hace ya dos años atrás, en previsión de las celebraciones del programa “Madrid Ciudad Dantesca” para el 2021, pensé que una exposición de estos manuscritos permitiría a los visitantes y usuarios de la BNE descubrir la riqueza de un grupo de códices de origen italiano o castellano perfectamente integrados en la historia cultural, lingüística, filológica, figurativa e interpretativa de España medieval.
¿Qué importancia tiene la Divina Comedia en la literatura universal?
La Comedia es indudablemente el texto poético más importante y llamativo de toda la literatura medieval. Debido a la pluralidad de intenciones y posibles niveles de lectura, ese planteamiento de viaje al más allá cristiano tan perfectamente estructurado a través de infierno, purgatorio y paraíso, es decir, tres cánticas por un total de cien cantos, siempre constituyó una referencia imprescindible para cualquier escritor o historiador de la literatura. En el caso de la cultura italiana, además de todo esto hay que mencionar el dato propiamente lingüístico, ya que la lengua italiana en buena medida nació y se desarrolló gracias a la obra de Dante. Y eso sin perder de vista ese modelo durante varios siglos, tanto en el uso de un sinfín de palabras como en la reflexión teórica sobre los dialectos vernáculos de Italia, su parentesco y su relación con el idioma literario nacional.
¿Qué destacarías sobre los códices que se exponen en la Biblioteca Nacional?
Los códices de la Comedia que posee la BNE se fechan desde la mitad del siglo XIV hasta la mitad del XV, es decir, corresponden al primer siglo de la tradición manuscrita del poema. Entre ellos, uno destaca por su antigüedad y calidad, y es el VITR/23/3 (ver imagen inferior, a la izquierda), un ejemplar que las investigaciones paleográficas más recientes colocan en el segundo cuarto del siglo XIV, una fase muy cercana a la muerte de Dante. Este manuscrito es el más antiguo de la Comedia que se conserva en España, además de pertenecer al grupo conocido como de los “Dantes del Cento”. Hacia mediados del siglo XIV estuvo activo en Florencia un taller de escritura, probablemente dirigido por Francesco di Ser Nardo da Barberino, especializado en la producción de copias de la Comedia. En pocos años se produjeron un centenar de ejemplares, de buena calidad textual, aunque no exentos de errores, conocidos como “los Dantes del Cento” o “grupo del Cento”. Al copista principal de este grupo, autor de unas veinte copias del poema, se atribuye también la transcripción del manuscrito VITR/23/3 de la BNE, que por tanto es uno de los 85 testimonios de la “antigua vulgata” del poema. Las características estructurales más importantes que tienen en común los “Dantes del Cento” son: una particular estilización de la letra bastarda italiana, derivada de una base notarial-cancilleresca (probablemente procedente del taller dirigido por Francesco di Ser Nardo); el texto a dos columnas; el soporte en pergamino y la aplicación de un estándar intermedio de decoración pictórica, con algunos pasajes privilegiados.
¿Hasta qué punto son libros y hasta qué punto son obras de arte pictórico estos códices?
En el caso de la Comedia, de hecho, hay muchísimas copias de carácter humilde, sin ningún tipo de imagen u ornamentación: manuscritos en papel, a menudo copias personales del poema, con los márgenes llenos de glosas, notas y comentarios. Por el contrario, el típico manuscrito iluminado de la Comedia constituye la variante de lujo, destinada a una biblioteca pública, a un coleccionista o una familia muy acomodada: en este caso, se trata de un códice en pergamino, en el que el texto va acompañado por un proyecto iconográfico y un aparato de ornamentación. De todas formas, el libro manuscrito medieval de elevada calidad es un producto artístico en el que las imágenes constituyen una primera traducción visual de los contenidos textuales, según una operación de “visualización mental” que el lector está acostumbrado a desempeñar.
En el Salterio, la alternancia de texto escrito e imagen sirve precisamente para que el mensaje llegue a todo tipo de asistente, pero se trata de un contexto litúrgico y no sólo artístico-literario. Por otro lado, el añadido de las imágenes en los códices de la Comedia no se puede explicar sólo como ostentación de un producto de lujo. Por ejemplo, en el manuscrito 10057 de la BNE (ver imagen inferior, a la derecha) la ilustración sistemática de las escenas narrativas del poema y las “historias secundarias” relatadas por los personajes de Dante, se entrelaza con los comentarios marginales, marcando la calidad de las imágenes una herramienta exegética más, de tipo visual y paralela a otra herramienta exegética, de tipo verbal, como son las glosas, notas y leyendas que el texto poético necesita.
¿Qué es lo que ha resultado más complicado a la hora de preparar esta exposición?
Tal vez, lo más complicado fue redactar las cartelas de las piezas individuales y los materiales ilustrativos de la exposición, porque era preciso resumir en unas pocas líneas las características más importantes de los manuscritos o todo un contexto cultural, con un estilo de buena divulgación, pero sin renunciar al rigor científico que impone la investigación histórico-filológica. Todo lo contrario podría decirse del montaje, del que se hizo cargo el museógrafo y artista Enrique Bonet: fue un gran gusto trabajar con él, y desde el primer momento estuvimos de acuerdo sobre el tipo de presentación que la exposición necesitaba para proporcionar una idea de la complejidad del universo de Dante.
¿Qué imágenes de los manuscritos son las que más te llamaron la atención?
Me limito a un solo ejemplo, bastante recurrente en los códices de la Comedia del siglo XIV, pero siempre fascinante. El primer terceto del Purgatorio es: “La navecilla de mi ingenio ahora | iza las velas en mejores aguas | y deja atrás el mar más despiadado” (Purg. I 1-3). Esta metáfora de la nave del ingenio, con la que se abre la segunda cántica del poema, a menudo facilitó a los artistas medievales la sugerencia ilustrativa perfecta. Por eso, en la miniatura de la letra p del manuscrito VITR/23/3 de la BNE (ver imagen inferior, a la izquierda) hay una representación de Dante y Virgilio a bordo de un barco, cruzando el mar del más allá. Sin embargo, no se trata de una escena del viaje, sino de la traducción visual de una alegoría: el mar cruel dejado atrás es el infierno, mientras las “mejores aguas” son los territorios de la salvación espiritual que comienza precisamente con la purgación. Una imagen muy parecida, casi una “escena típica” de la Comedia visualizada, se encuentra en los manuscritos de Milán, Biblioteca dell’Archivio Storico e Trivulziana, 1080, fol. 36r; Florencia, Biblioteca Medicea Laurenziana, Pluteo 40,13, fol. 25r y Pluteo 40,14, fol. 29r; Ashburnham App. dant. 8, fol. 70r y Strozzi 150, fol. 32r.
¿Hasta qué punto ha influido la Comedia en otras artes?
Habría que mencionar muchísimos ejemplos importantes, incluso en la literatura contemporánea, pero me limitaré otra vez a uno solo, muy significativo por la relación cultural entre Italia y España. En los años 1585-1589 el pintor italiano Federico Zuccaro trabajó en España y estuvo al servicio de los Austria, realizando algunas pinturas para Felipe II en el Real Monasterio de San Lorenzo en El Escorial. Durante la estancia española, Zuccaro compuso 88 dibujos para ilustrar la Comedia, que juntos a los de Botticelli de un siglo atrás, se pueden considerar como la serie iconográfica inspirada en el poema de Dante más importante de toda la Edad Moderna. A partir de 1738, toda la colección “dantesca” de los dibujos de Zuccaro se conserva en la galería de los Uffizi en Florencia.
¿Qué se sabe de los autores de estos códices? ¿Tenían algún rasgo en común?
Los códices de la Comedia de la BNE son anónimos, tanto en la transcripción del texto como en el aparato decorativo o iconográfico. Casi siempre se trata de profesionales del libro manuscrito, copistas y artistas que desempeñan una labor compleja y articulada. Es posible rastrear las características de las letras, algo que permite conjeturar sobre la cronología y el espacio de la confección del manuscrito, junto al estilo pictórico del decorado y las imágenes. En cualquier caso, sería equivocado buscar en los manuscritos la autoría de un solo artesano: además del copista del texto principal (una mano o más), pueden intervenir un rubricator (escriba especializado en el uso de la tinta roja, para las letras capitales y las rúbricas), un artista (el ilustrador), otro copista de glosas y comentarios y, por último, los propios lectores-poseedores, en cuanto usuarios del libro, con el fin de registrar sus reflexiones sobre el texto o añadir un texto paralelo. En el caso del manuscrito 10186 de la BNE, por ejemplo (ver imagen inferior), al lado del texto poético original de Dante, terminado de copiar en Génova en noviembre de 1354, otras manos, probablemente en la década de los años treinta del siglo XV, añadieron una columna con la traducción completa al castellano (la que se atribuye a Enrique de Villena, de la que es el único testimonio manuscrito).
¿Qué aspectos quedan por investigar sobre Dante y la Divina Comedia?
Poder contar con una tradición de biografías y comentarios que se remonta a los primeros años sucesivos a la muerte del poeta, empezando por los textos redactados por dos de los hijos del propio Dante, Jacopo y Pietro, ambos intérpretes de la Comedia, significa disponer de una tradición crítica que tiene siete siglos de historia y estratificación. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de testimonios manuscritos del siglo XIV, hay un hueco bastante misterioso, sobre el que los estudiosos de Dante no tienen las ideas muy claras, y es el período entre 1321 y 1335: son los primeros quince años después de la muerte del poeta, a los que no se remonta ninguno de los manuscritos supervivientes de la Comedia. En primer lugar, no existe ningún autógrafo de Dante, pero tampoco existen manuscritos que se puedan poner en relación directa con la escritura, la dictadura o la revisión del autor. En segundo lugar, los ejemplares más antiguos están fechados a la segunda mitad de la década de los treinta y sólo a partir de entonces empieza la historia de la transmisión textual de la Comedia. No sabemos nada de lo que pasó antes con la circulación del poema; sin duda, su andadura entre los lectores ya había empezado, pero no tenemos ni copias de esa primera difusión ni noticias de la tradición indirecta.
Michele Curnis estudió en las Universidades italianas de Turín (donde se graduó y licenció en Filología clásica y doctoró en Filología griega, latina y bizantina) y Génova (donde se doctoró en Ciencias históricas). Entre 2015 y 2019 fue investigador CONEX (Marie-Curie Fellowship) en la UC3M, donde actualmente es Profesor Visitante de Historia Medieval en el Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte.