Compañeros y discípulos glosan la figura del profesor Claudio J. Conti, científico y profesor de la UC3M, fallecido recientemente a causa del COVID19.
En memoria del profesor Claudio J. Conti
Lamentamos profundamente la pérdida de Claudio Conti, profesor honorífico del Departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que falleció en Leganés el pasado 3 de abril a causa del COVID19. Le recordamos como un mentor comprometido, un científico dedicado y una persona extraordinaria. Tenía 73 años.
El profesor Claudio Conti era Médico Veterinario y Doctor en Ciencias Exactas y Naturales por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Claudio comenzaba su andadura en la investigación básica en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina, continuando su formación postdoctoral en el Departamento de Patología Comparada en la Universidad de Colorado (EEUU). En 1983, ingresó en el Departamento de Carcinogénesis del MD Anderson Cancer Center (Smithville, Texas) donde llegó a ser Director Asociado. En este centro ejerció como catedrático durante 27 años y fue miembro docente de la Escuela de Doctorado en Ciencias Biomédica (Universidad de Texas, Houston Texas, EEUU). En 2008 dicha Escuela, le otorgó el título de Profesor Senior Distinguido. Después de un corto periodo como Catedrático en la Universidad de Texas A&M (Texas, EEUU), se le otorgó una Cátedra de Excelencia UC3M-Santander en 2012. En los últimos años, el Dr. Conti formó parte del Departamento de Bioingeniería de la UC3M (Grupo TERMeG) y de la Cátedra Medicina Regenerativa y Bioingeniería Tisular de la Fundación Jiménez Díaz, siendo uno de los profesores más populares y queridos de la Escuela Politécnica Superior (EPS). Su contribución fue crucial en la implantación del reputado Grado en Ingeniería Biomédica en la UC3M.
Sus líneas de investigación se centraban en la patología experimental y en el desarrollo de modelos animales de cáncer y otras enfermedades. En particular, Claudio desarrolló modelos animales para el estudio de cáncer de piel, próstata y mama. Su contribución principal fue en el área de promoción y progresión tumoral, la biología molecular a nivel de ciclo celular y la transducción de señales (especialmente, la elucidación del papel de la cíclica D1).
Además de realizar una extraordinaria actividad investigadora, el profesor Conti dedicó un gran esfuerzo a la educación, impartiendo clases en los campos de la anatomía, la histología, la patología y la biología del cáncer. El profesor Conti dirigió numerosas tesis y trabajos posdoctorales, y sus discípulos actualmente ocupan posiciones importantes en la academia, industria o el gobierno en Argentina, EE.UU. y España. El Dr. Conti es el autor de más de 300 publicaciones citadas en 13.000 oportunidades, más de 25 capítulos de libros además de editar dos libros completos. A esta trayectoria se añade su labor como investigador principal en diversos proyectos financiados por el “National Institute of Health”, el Departamento de Defensa Americano, la Sociedad del Cáncer Americana y fundaciones privadas.
Colegas y discípulos de la UC3M recuerdan su dedicación a la formación y a la ciencia.
José Luis Jorcano, catedrático Ramón Areces de la UC3M: “Tengo el privilegio de haber conocido a Claudio durante treinta años, básicamente mi vida adulta tanto profesional como personal. Colaboramos en muchos proyectos científicos, frecuentemente con éxito, con frecuentes viajes entre Austin y Madrid. Hablar con Claudio de Ciencia era un enorme placer, aprendí mucho de biología del cáncer con él. Y, dado su carácter abierto, empático y noble, la relación profesional llevó a la personal: Claudio se convirtió en el amigo con el que hablar de todo, desde fútbol (él era del Barça, por Messi, y yo del Madrid), del común interés por la música y el baile (él me enseñó a oír y bailar la fantástica música country de Austin) hasta de los problemas y decisiones importantes de la vida. Finalmente, sus últimos años en la uc3m nos enseñaron a todos cómo ser un excelente profesor ganándose el aprecio de los alumnos. Su muerte ha sido muy dura de asumir, pero su recuerdo es enriquecedor y lleno de luz y alegría. Será mi “Mother Mary” del “Let it be” de los Beatles. Ojalá exista el más allá, para reencontrarnos.”
Marcela del Río, catedrática de la UC3M: “Conocí a Claudio en una cena que se celebró entre los miembros de su grupo de investigación. Él era el jefe y yo una estudiante de 3º de carrera, pero me vio. Nos veía a todas y a todos. Ese era su don, su arma: la seducción. Hablamos sobre la membrana basal (los años demostraron después que aquello sería una fantástica premonición). Me dijo que pensaba que lo que me habían enseñado no era del todo correcto. Evidentemente, me convenció sin dificultad, pero, además, me animó a ir a mi clase y abrir un debate sobre el tema. Por aquella época, era muy tímida, pero embrujada por aquel científico particular y provista únicamente de un paper que el mismo me había hecho llegar, aparecí al poco tiempo en mi clase de Histología. Aquello acabo inesperadamente bien. Claudio estuvo, a partir de aquella cena, presente en toda mi vida. Nos veíamos de forma intermitente, cada nuevo reencuentro era una fiesta. Estos últimos años no fueron buenos. Pero en ningún momento dejé de salir al pasillo de nuestro Departamento cuando escuchaba, desde mi rincón, su vozarrón pasar. -¿Conti?- preguntaba yo, esperando impaciente su alegre y escandalosa salida de alguno de los otros despachos y que me diera mi abrazo. Ríete de Pávlov. Ríete siempre Claudio.”
Daniel Segovia director de la Escuela Politécnica Superior: “Hay muchas cosas en la vida que resultan inexplicables y que pueden tener que ver con la calidad humana de la persona en cuestión. Recuerdo cuando me presentaron al Prof. Claudio Conti en el momento en que obtuvo una Cátedra de Excelencia de la Universidad. Tengo que reconocer que, habiendo estado rodeado de médicos toda mi vida, y ante el verbo fácil de Claudio me sentí absolutamente cautivado. A ese primer encuentro sucedieron encuentros frugales y tremendamente cordiales a la vez en la cafetería, siempre con una sonrisa de por medio. Estos encuentros llevaron a una breve pero intensa colaboración cuando le pedí asesoramiento sobre algunos planes de estudio. A partir de entonces la complicidad fue absoluta: dos palabras suyas eran equivalentes a media hora de conversación en otros foros y, siempre, con esa sonrisa picarona e inteligente que constituía parte de su propio rostro y que ayudaba a llevar a buen puerto situaciones complicadas. Querido Claudio, allá donde hayas ido, puedo asegurarte que lo que has sembrado en nuestra casa de la Universidad Carlos III es grande. Ojalá seamos capaces de regarlo bien y cultivarlo. Gracias.”
Arrate Muñoz, directora del Departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial: “Claudio era un profesor singular de elevada categoría profesional y personal que se ha convertido en un modelo a seguir para todos. De extrema simpatía, disfrutaba mucho de la interacción con el resto de los profesores, alumnos y personal del departamento. Su gran sensibilidad se extendía a consolidar el papel de liderazgo y el reconocimiento del papel de la mujer en la ciencia. Echaremos mucho de menos su sonrisa, su conversación inteligente y divertida, su influencia discreta y acertada en los asuntos más serios y tantas cosas más”.
Sara Guerrero, subdirectora del Departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial: “Dr. Conti, nosotros nos encontramos tarde, para unir nuestras almas en una amistad eterna. Te convertiste en mi familia desde que llegué a Texas y fuimos juntos a comprar aquel coche destartalado y nos hicimos amigos en alguno de aquellos viajes a Houston. La vida siempre fue una aventura a tu lado y por complicados que fueran los días, mereció la pena porque conseguimos divertirnos. Aprendí de histopatología, de filosofía y de música… vaya si aprendí, pero sobre todo de lo importante que es ser didáctico y de que a las guerras hay que ir siempre con aliados, pero es mucho mejor ir con amigos. Aprendí y sigo aprendiendo cada día, porque resuena tu voz en mi cabeza y me acuerdo de tus risas y de cómo nunca dejabas pasar un buen chiste, aunque fuera malo… porque el humor, nunca debe pasarse por alto. Maldito seas por haberme acostumbrado a reír cada día a tu lado, por haberme enseñado el ¨good enough¨y también el tipo de profesora que quiero ser, por regalarme tus ojos brillantes al reconocer la misma belleza en Borges, Messi, Mújica o Dolina y por encontrar esa belleza también en mí. Gracias por ser mi Mentor, pero sobre todo gracias por ser mi amigo y contrarrestar mi frustración con tu amor. Hoy esta loca despeinada, como decía Palito Ortega, está lista para enfrentarse a todas las ratas de dos patas que estén por llegar… Amigo, que allá donde estés, se sigan oyendo tus carcajadas y que te hayas llevado contigo también un poco de mi lóbulo frontal, porque tus locuras, a mi siempre me parecieron obras de arte. Vives en mí y en todos los que te queremos. Como decía el gran Claudio Jorge Conti, …y mi vida seguirá, hasta que mi sombra final se pierda ligera, pero mientras tanto, me levantaré y seguiré caminando…”
Fernando Larcher, responsable del Grupo de Biología y Medicina Regenerativa Epitelial del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y profesor asociado de la UC3M: “Claudio era un entrañable veterinario, biólogo, patólogo, político, filósofo e iconoclasta y sobre todo, un “hombre sensible” o un “cronopio” como los personajes de Alejandro Dolina o Julio Cortázar. Cómo el poema de Borges que dice “A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires. La siento tan eterna como el agua y el aire”, a mí se me hace cuento que se ha muerto Claudio. Nos unía una amistad de casi 40 años por la que transité siendo su técnico de laboratorio en la CNEA en Buenos Aires, su pre-doc en Science Park, USA, su colaborador y su colega en UC3M. Claudio fue un maestro para mí. Digo fue, pero Claudio es de esos que te guía siempre. Creo que él aceptaría con gusto que diga, sin modestia también, que yo fui un discípulo dilecto entre los muchos que sembró. Los caminos y las elecciones son complejas y sin certezas, pero podría aventurar que sin Claudio no habría España para mí. Hay muchas anécdotas de cosas vividas juntos. Quedan ahí también muchos gustos compartidos. Los atesoro para mantener vivo el recuerdo de Claudio. Vuelvo a citar al maestro “Mi cuerpo físico puede estar en Lucerna, en Colorado o en El Cairo, pero al despertarme cada mañana, al retomar el hábito de ser Borges, emerjo invariablemente de un sueño que ocurre en Buenos Aires… ¿Quiere todo esto decir que, más allá de mi voluntad y de mi conciencia, soy irreparablemente, incomprensiblemente porteño?” Que conteste Claudio. Te vamos a extrañar querido amigo.”
Javier Rodríguez, profesor del Departamento de Ingeniería Térmicas y Fuidos: “Claudio era el MAESTRO. En todos los sentidos. Creo que todos los que lo hemos conocido de cerca hemos pensado más de una vez “de mayor quiero ser como él”. Un ejemplo de cercanía, no solo con los colegas y estudiantes… con toda persona que lo trataba. Esa habilidad para conectar con todo el mundo le provenía, en parte, de uno de sus superpoderes: la capacidad de entusiasmar a su interlocutor hablando de casi cualquier tema. Filosofía, literatura, historia, ciencia o, lo más impresionante, cualquier asunto mundano que apareciera en la conversación. Sabiendo esto, no es difícil de entender la relación que estableció con los alumnos. En una ocasión me confesó que su mayor motivación para no querer retirarse era seguir en contacto con la gente joven. Llevaba la enseñanza y la mentorización de estudiantes en su ADN.”
Juan C. Lashera, catedrático de la Universidad de California San Diego que disfrutó de una Cátedra de Excelencia UC3M-Santander: “Durante mi sabático en la UC3M tuve el gran placer de compartir una oficina con el que fue mi gran amigo Claudio Conti. Pasamos juntos largas horas discutiendo temas científicos y vivencias personales de nuestros trabajos en EE. UU. Desde entonces, afianzamos una amistad muy estrecha que hemos continuado desde la distancia. Claudio fue un científico extraordinario, modesto, generoso y noble. De todas esas cualidades, la que más me ha impresionado siempre de él fueron su modestia y su generosidad. Me temo que no tengo la elocuencia necesaria para poder escribir lo que hoy siento por mi querido Claudio, pero quisiera compartir una experiencia personal que llevo y llevaré toda mi vida en mi corazón recordando a Claudio. Cuando tuve que afrontar un grave problema de salud, acudí a Claudio pidiendo su consejo. Durante semanas de incertidumbre, hasta que tuve un diagnóstico definitivo, Claudio estuvo siempre a mi lado y me dio el soporte científico y personal que me permitió superar la crisis. El me ayudó a sobrellevar la angustia y a no caer en la depresión. Claudio ayudó a los patólogos que me estaban tratando en San Diego con el diagnóstico y a constatar que tenía el 99% de curación. Muy a menudo pienso que, en gran parte, le debo la vida a él. Mi querido Claudio, gracias por haber compartido parte de tu vida conmigo, … ¡Nunca te voy a olvidar!”
María Mercedes Sánchez Requena, de la Oficina de Recursos Humanos y Organización de la UC3M: “En sus muchos correos y visitas a Recursos Humanos, sólo o con su esposa y compañera Ellen, Claudio se mostró siempre cercano, afable, agradecido, entrañable, con una sabia conversación que hacía que el tiempo en descargar o rellenar cualquier formulario tuviera una dimensión distinta, porque siempre tenía la palabra o el comentario oportuno, por supuesto, siempre positivo, por más que resultase tediosa la burocracia. Deja en mí un recuerdo perdurable de hombre ‘bueno’ en el buen sentido de la palabra como decía A. Machado”.
Reconocimientos de sus estudiantes
Estudiantes de 3er curso de Ingeniería Biomédica: “Ha sido de los únicos profesores que han dedicado tiempo de sus clases para enseñarnos valores humanos, nos recordó el día de la mujer científica y dedicó palabras emotivas a la liberación de los campos de concentración. No solo nos ha transmitido su pasión por la ciencia, sino sus valores como persona. Son ejemplos muy importantes que nos quedarán grabados ahora que él no está. Es una pérdida para el departamento, para la universidad, para la comunidad científica, para nosotros sus alumnos y para la sociedad por su calidad humana y por su labor en investigación oncológica”.
Estudiantes de 4º curso de Ingeniería Biomédica: “Claudio Conti era un gran profesor, además de una brillantísima persona en todos los sentidos. Todo lo que nos enseñó, de lo académico a lo humano, siempre estará con nosotros”.
Antiguos alumnos de Ingeniería Biomédica de la promoción de 2015: “El profesor Claudio Conti era de las personas brillantes que saben trasmitir su genialidad más compleja con una sencillez magistral a cualquier persona. Precisamente, su habilidad para combinar su gran experiencia con su personalidad le convertía en un maestro de los que quedan en el recuerdo; tras muchos años desde sus clases, todos seguimos recordando vivamente su trabajo. Claudio se hacía querer desde que entraba en el aula. Aparecía con sus deportivas y su Coca-Cola, te dedicaba una sonrisa y un saludo, y nunca faltaba algún chiste o anécdota, que recogía la atención de todo el mundo. Cercanía, siendo una persona que ha vivido en muchos lugares, te podía contar cualquier historia sobre su vida en EE.UU y durante el trascurso hasta su llegada a Madrid, salpicadas de anécdotas convertidas en humor, tan íntimas y desenfadadas como sólo él era capaz. Todos sabíamos de su genialidad como investigador, por ejemplo, su talento con la histopatología fue muy importante para nuestra formación en ingeniería de tejidos. Desprendía pasión cada vez que nos explicaba lo que estábamos viendo en los microscopios durante las prácticas de laboratorio. Su mente crítica y objetiva te invitaba seriamente a reflexionar y entender, guiándote en el pensamiento científico. Y de repente, transformaba de una forma muy elegante y profesional esa seriedad en humor, y así, ese esfuerzo, en conocimiento. Y con su estilo propio, te ayudaba a no perder el hilo de los conceptos más destacados. Sus clases no serían lo mismo sin el búho que incluía en sus diapositivas para ayudarnos en el estudio. Recuerdo poder pararle en cualquier pasillo de la universidad, acercarme a su despacho, o no importaba dónde, y discutir con él sobre dudas más allá de los contenidos de las asignaturas. Te atendía siempre con su cercanía, siempre con su bondad, y con el gran privilegio de su saber. Por detalles así y muchos más, te dabas cuenta de que te había transmitido todo lo que se había propuesto, que había logrado que reflexionaras, criticaras, recordaras y finalmente, aprendieras. Su paso por la UC3M dejó una huella única, inestimable. Te recordaremos de manera muy especial siempre, profesor.”
Pablo Casasbuenas, alumno del Grado de Ingeniería Eléctrica de la UC3M: “Fui alumno de Claudio en la asignatura de Biomedicina para Principiantes, y todos los alumnos que tuvimos el privilegio de contar con él para que nos diera los temas relativos al cáncer, le recordaremos siempre por habernos acercado de forma clara y cercana a un tema tan complicado, y sobre el que Claudio sabía tanto. Siempre le estaremos agradecidos y le tendremos en nuestro recuerdo”.
Hubo también otros alumnos que pudieron compartir con él diferentes fases más cercanas a su formación como el TFG, este es el caso de Andrea González graduada en Ingeniería Biomédica por la UC3M y actualmente doctoranda en el instituto de neurociencias de Alicante que comenta: “Gracias por dejarme aprender de tu investigación, de tu forma de ver la vida y por dejarme formar parte de ti. Fuiste y serás extraordinario; llevando la sinceridad, la honestidad y el cariño por delante. Tú y tus fuerzas estaréis con nosotras siempre.¨
Esteban Chacón fue uno de sus estudiantes de Máster y además estudiante de doctorado muy cercano a él durante su época en Madrid y añade: “A Conti, excéntrico maestro de lento caminar e incisiva audacia, mi gratitud y admiración. Su sentido del humor y pasión por la buena lectura y ciencia crítica serán compañeros fieles de muchos aún con vida.¨
Sus colegas y sus discípulos a lo largo de toda su trayectoria quedaron marcados por su empeño en crear un entorno de trabajo en el laboratorio propicio para el aprendizaje, su calidad profesional y humana.
Irma Giménez, catedrática del MD Anderson Cancer Center y Universidad de Texas: “Iniciamos nuestras carreras científicas juntos en Buenos Aires Argentina allá por el año 1968. Seguimos juntos desde ese entonces hasta sus últimas horas. Claudio fue un gran colaborador científico lo cual se demuestra en la cantidad de publicaciones que compartimos. También fuimos colaboradores por muchos años enseñando a estudiantes graduados y post-doctorales de la Escuela de Graduados de la Universidad de Texas MD Anderson Cancer Center (GSBS). Claudio Histología y yo Patología. Pero lo más importante de esta colaboración fue la vida personal que compartimos como matrimonio (30 años), amigos (por siempre) y padres (3 hijos maravillosos). Inteligente, mucho sentido del humor, buen consejero, músico etc. Compartíamos los mismos gustos a nivel de arte, música, política y la vida. Lo voy a extrañar mucho. Ya lo extraño”.
Fernando Benavides catedrático del MD Anderson Cancer Center: “Conocí a Claudio en 1997 cuando nos encontramos en el Instituto Pasteur de París para cerrar el trato de mi posición postdoctoral en su laboratorio de Texas. Mi familia y yo le debemos todo a partir de ese momento, nuestra vida nunca hubiese sido la misma si Claudio no me otorgaba esa posición. Claudio e Irma nos ayudaron mucho en los primeros difíciles momentos de recién llegados a Austin. Claudio fue un mentor ideal, dando buenos consejos y mucha libertad de acción. Compartíamos nuestro amor por la música y el buen arte además de la buena ciencia. Además de su excelencia como investigador y catedrático, lo más importante para destacar es que fue un ser muy especial, con la capacidad de reírse de él mismo y no creerse superior a nadie. Una persona no sólo extremadamente inteligente, culta y motivada, sino también generosa, informal, directa y divertida. Claudio será recordados por muchos especialmente por la gran persona que fue.”
Miguel Quintanilla, profesor de investigación CSIC y de la Universidad Autónoma de Madrid: “Conocí a Claudio Conti por primera vez por sus trabajos científicos sobre la carcinogénesis química de piel de ratón. Entonces, yo estaba haciendo un postdoctorado en Glasgow (Escocia), en el laboratorio del Dr. Allan Balmain, que era un competidor directo de Claudio en este campo. Cuando nos conocimos personalmente en un congreso, nos reímos mucho contándonos anécdotas de esta competencia. Claudio era un hombre jovial y abierto, lleno de encanto. Desde entonces, además de colegas, fuimos buenos amigos. Era un gran conversador, y usaba la ironía con maestría. A veces, en sus ojos se encendía una chispa del niño travieso que nunca dejó de ser. Descansa en paz, maestro”.
Ellen Valentine, esposa de Claudio, recuerda: “I first met Claudio in a tango dance class. His wittiness and sense of fun charmed me. As became customary, we went out to eat after class with a group of friends and I got to know him better. One fateful night, it was just the two of us eating together as no one else could join us. From then on, many dinner dates as friends followed. These consisted of interesting and witty conversation over a variety of topics. One night, we had been talking so intensely, that a waiter came to tell us “Excuse me sir, but the restaurant closed over an hour ago!”. I realized then that this man was growing on me and I was increasingly attracted to his intelligence, kindness and sensitivity to others. Of course, it was inevitable that this friendship segued into something deeper. This year would have been our 16th wedding anniversary. We were together a total of 17 years. It was a privilege I will always be grateful for. How do I summarize this time together in a few sentences? I can´t. What I will remember about Claudio was his joie de vivre, humanity, and never-ending quest for knowledge. He was my soulmate and my best friend. He gave me unconditional support throughout the years and was unfailingly kind and sensitive towards others as well as me. I was proud of his professional achievements and rapport with his students. He enjoyed mentoring and had assisted many in their careers. I have so much to thank him for. He opened my eyes to the world through our travels – a life-long desire I´d had for many years. Ultimately, one of the places I grew to love through our visits, was Spain. Never did I imagine that I would one day live in this beautiful country with its´ loving and warm people! Oh, Claudio! You will be missed by so many but most of all me! Godspeed my darling.”