Ingeniero Aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, José Fernández Sáez inicia su trayectoria profesional en 1984 en el Departamento de Cálculo de Estructuras de Construcciones Aeronáuticas, S.A. Su interés por los aspectos teóricos y científicos de esta disciplina le llevan a reorientar su actividad hacia la investigación, iniciando su tesis doctoral en 1987 en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas, finalizándola en 1990. Continua su formación postdoctoral, primero en el CENIM y posteriormente, durante el curso 1993/94, en el Departamento de Ciencia de Materiales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid.
En el curso 1994/95 se incorpora a la Universidad Carlos III de Madrid donde desarrollará el resto de su trayectoria académica, primero como Profesor Titular de Universidad y posteriormente como Catedrático de Universidad. Por su incorporación a una Escuela Politécnica Superior que inicia en aquel periodo su andadura, contribuye notablemente a sentar las bases del Área de Conocimiento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, dejando profundamente impresa su huella en los ámbitos investigador, docente y de gestión. Creador de una escuela científica representada por sus numerosos discípulos, la mayor parte de los cuales han continuado su labor profesional en el ámbito académico.
El profesor José Fernández Sáez ha realizado relevantes contribuciones científicas en muy diversos problemas fundamentales de la Mecánica de Sólidos: mecánica de fractura estática y dinámica, plasticidad, procesos de daño dúctil, inestabilidades plásticas, vibración de elementos estructurales, elasticidad no-local, elasticidad de gradiente, o dinámica de estructuras lattice. Durante su trayectoria académica ha colaborado con renombrados investigadores internacionales, tales como el profesor A. Morassi (Università degli Studi di Udine, Italia), el profesor A. Molinari (Université de Lorraine, Francia), el profesor D. Rittel (Israel Institute of Technology), el profesor A. Rusinek (Université de Lorraine, Francia), el profesor J.N. Reddy (Texas A&M University), el profesor R. Pęcherski (Polish Academy of Sciences), el profesor W. Sumelka (Poznan University of Technology), o el profesor M. Ruzzene (University of Colorado Boulder), buena parte de ellos Catedráticos de Excelencia de la Universidad Carlos III de Madrid.
Colegas de la Universidad Carlos III de Madrid recuerdan su valía como persona y como profesional
Josué Aranda Ruiz, Profesor Ayudante Doctor del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Conocí a Pepe hace catorce años, cuando yo aún era estudiante y él impartía la asignatura de “vibraciones mecánicas”. La forma en la que transmitía sus conocimientos, en la que nos hacía partícipes a los alumnos en sus clases, y en la que nos motivaba para que quisiéramos siempre aprender más, no la observé en ningún otro docente a lo largo de la carrera. Fue por ese motivo que le pedí que fuera mi director de proyecto fin de carrera, a lo cual accedió con absoluta disposición, y lo que provocó que yo hoy esté donde estoy.
Durante todo este tiempo, no he podido hacer otra cosa más que aprender de él, tanto académica como humanamente. Su formalismo y pulcritud a la hora de plantear conceptos y desarrollos matemáticos, la manera en la que escribía en sus cuadernos las ecuaciones (hacer las cuentas, como él decía), su siempre buena predisposición a ayudar y su capacidad para hacerlo, siempre fueron una inspiración.
Cuando “crucé al otro lado” y tuve que comenzar a impartir clase, volví a recordar la manera en la que él lo hacía, la manera en la que se “subía al andamio”, y volvió a servirme una vez más de referente.
No quiero terminar sin destacar el cariño que siempre me transmitía y las risas que, cuando estabas con él, sabías que iban a estar ahí. Su sentido del humor, chistes, chascarrillos, pero sobre todo sus consejos, ayudas y enseñanzas, serán para mí elementos intangibles que siempre llevaré conmigo. Caminar por “Harvard Street” va a ser muy duro a partir de ahora.
Por todo esto, y como ya he dicho antes, si hoy estoy donde estoy ha sido gracias a ti, Pepe.
Gracias, allí donde estés, gracias.
Ángel Arias Hernández, Catedrático del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Pepe era una persona verdaderamente diferente y cercana que construía incansablemente espacios de crecimiento, reflexión y entendimiento. Atesoraba valores en mayúsculas: honestidad, franqueza, compromiso, humildad, dedicación y sacrificio; muchos de ellos que había recibido de sus padres (de los que hablaba con admiración) y que ponía en práctica cada día. Esta personalidad excepcional marcaba la diferencia en positivo de cualquier grupo o persona que tenía el privilegio de tenerle cerca.
Motivador incansable en investigación y docencia; académico y universitario hasta la médula, con una gran visión del interés general y de la dimensión de compromiso de la universidad. Su firme coherencia entre las palabras y los hechos, su dedicación y entrega han sido y serán un ejemplo para todos. Muchas gracias Pepe por hacernos mejores.
Enrique Barbero Pozuelo, Catedrático del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Para mi es difícil escribir esto, no soy capaz de expresar por escrito lo que siento ante la pérdida de Pepe. Haría falta alguien mucho más hábil con las palabras que yo. No obstante, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer un breve homenaje a su persona. Pepe fue mi maestro en todos los aspectos, tanto científicos como docentes. Su forma de ser y trabajar nos ha marcado a todos los que hemos podido colaborar con él. Tuve la suerte de que me dirigiera la tesis doctoral, y gracias a él me introduje en el mundo científico. Lo conocí en el ya lejano año 1995, cuando me incorporé a la universidad Carlos III de Madrid. Mi forma de trabajo y la manera de abordar un problema, han sido siempre inspiradas por él. Acuñó el concepto de “hijo científico” y “familia científica”. Así nos sentimos todos los que hemos trabajado con él, parte de su familia. Por eso, para los que nos consideramos de su “familia científica”, ha sido tan devastadora su pérdida. Todo lo que aprendí de él, lo aplico ahora con mis propios estudiantes, y sé que era motivo de orgullo para él, saber que ya existían “nietos” y “bisnietos” científicos que continúan trabajando con las metodologías que él me enseñó. El mejor homenaje que podemos hacerle es seguir su forma de trabajo, para que, aunque él no esté, su legado científico continúe.
Su cualidad científica estaba fuera de toda duda, y no hacía falta mirar bases de datos o rankings. Bastaba ir a verle y comentarle una duda sobre el trabajo que estuvieras desarrollando, siempre te podía aportar alguna sugerencia acertada que te ayudaba a resolver ese problema que te parecía irresoluble. No creo que haya nadie en el departamento, que en algún momento, no haya acudido a Pepe a pedirle consejo sobre algún tema científico. Si su cualidad científica era sobresaliente, a nivel humano, era increíble. Siempre afable, siempre sonriente, siempre bromeando. Podías contar siempre con él para que te ayudara sobre cualquier problema. El agujero que deja en nuestras vidas en enorme, nos quedamos huérfanos. Nuestro departamento, nuestra investigación o nuestra docencia, no serán los mismos si Pepe.
Shirley García Castillo, Profesora Titular del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Cuando pienso en el día que vuelva a la Universidad y que va haber un despacho que no tenga dentro a esa persona que hace unos meses lo cerró, pensando que pasados unos días lo volvería a abrir, para seguir desarrollando la actividad que más le gustaba, me embarga una gran tristeza.
Pensar que incluso en esos primeros días de confinamiento, manifestaba su preocupación por la realización de las prácticas de laboratorio de los estudiantes y pensaba en las diferentes opciones para que estas fuesen realizadas, garantizando de esta forma el aprendizaje de los estudiantes, ya nos habla de su calidad y compromiso como profesor.
Un compromiso que siempre trataba de inculcar a las nuevas generaciones de profesores y resumía en una frase “la Universidad son los estudiantes y tenemos una labor social, enseñar”.
Aquellos que además de conocerle como docente e investigador, tuvimos la suerte de conocerle como ser humano, no podemos dejar de pensar que hemos perdido a una persona irremplazable, con una enorme calidad humana, con un espíritu conciliador, capaz de desarrollar empatía por cosas que le resultaban ajenas, y con una cualidad que ya pocos tienen el día hoy, “confianza en el ser humano”.
Tuve la suerte de conocer a Pepe más allá del trabajo diario, por ello doy gracias a la vida y a ti por permitir que mi familia y yo hayamos sido parte de tu historia. Gracias y hasta la próxima.
Daniel García González, Doctor del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Es difícil concebir mi carrera investigadora en la UC3M sin la figura de Pepe. Pepe estuvo presente desde mis primeros pasos, hasta el punto de presidir el tribunal de mi tesis. Siempre fue un gran apoyo a la hora de discutir propuestas científicas y consultarle dudas sobre aspectos numéricos. Especialmente duramente este último año, tengo que agradecerle la inmensa ayuda y apoyo que me proporcionó para la preparación de proyectos de gran valor personal. Todo el proceso fue mucho más fácil al saber que contaba con el apoyo de grandes investigadores y personas como Pepe; lo que sin duda fue clave para mantener la ilusión. Por último y más importante, recordaré a Pepe en el ámbito personal por siempre tener tiempo para saludarte y preocuparse por ti. Nunca perdió la oportunidad de darme un mensaje de ánimo si pasaba por mi despacho y la puerta se encontraba abierta. Muchas gracias por todo Pepe.
Jorge López Puente, Catedrático del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Pepe siempre estaba allí, con su sonrisa y con sus ganas de agradar y ayudar. Yo sabía que Pepe estaba allí y eso me proporcionaba tranquilidad; me permitía embarcarme en nuevos proyectos con la seguridad de que le tendríamos a él en caso de no saber por dónde seguir. Pepe también estaba allí para hablar de música contemporánea, de vinos, de aceite, de paradores, de todo lo que hiciera falta, enriqueciéndonos a todos los que estábamos con él. Pepe estaba siempre para contar un chiste o para utilizar su ironía y así darnos todos los días unos minutos de risas. Pepe estaba atento a todo, preocupándose e interesándose por los demás. Mucha gente sabía que Pepe estaba allí y eso le hacía ser una persona muy querida, siempre tenía tiempo para todos. Pepe ya no está, pero ha dejado en nosotros una huella que nos acompañará siempre. Gracias Pepe.
José Antonio Loya Lorenzo, Profesor Titular del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
No hay palabras para describir el vacío irreparable que deja la pérdida de Pepe en todos los que tuvimos la suerte de conocerle. Una mente infatigable, minuciosa y precisa acompañada de una gran curiosidad y ganas de aprender que le llevaba a embarcarse en proyecto novedosos y desafiantes, que compartía contigo y era capaz de contagiarte con su ilusión, como sólo hacen los grandes maestros.
Su indiscutible grandeza científica se quedaba corta frente a la admiración que despertaba su forma de ser. Su trato cercano con todo el mundo, siempre atento, cariñoso y afectuoso, acompañado de un gran sentido del humor y una risa contagiosa que se oía por los pasillos, nos dejan ahora un gran silencio y una profunda soledad.
Siempre mantuvo una actitud generosa y constructiva, encontrando un hueco para escucharte, darte opiniones y consejos siempre certeros, como sólo unos pocos pueden hacer. Esto hacía que en su despacho siempre hubiese gente y a veces casi no le dejásemos “estudiar y hacer cuentas”, que es lo que le gustaba y nos enseñó.
Después de 20 años trabajando juntos, desde mi primer día de trabajo en el que me acogió como discípulo, me dio todo lo que estuvo en su mano sin pedir nada a cambio. Estuvo siempre a mi lado, sobre todo en los momentos que más lo necesitaba, dándome todo su apoyo y confianza. Poder estar a su lado, aprender de él a ser mejor investigador y mejor persona, disfrutar con sus bromas y chistes diarios hacen que me sienta un privilegiado. Si ya es duro perder a un gran maestro, es mucho peor perder a un gran amigo. Siempre hacíamos la broma de que “no pasa nada, podría ser peor: podría llover”, y ahora finalmente llueve, y mucho. Pepe, gracias por todo.
Henar Miguélez Garrido, Catedrática de Universidad del Departamento de Ingeniería Mecánica, Universidad Carlos III de Madrid.
Pepe Fernández ha sido un maestro y un amigo durante más de 25 años, desde que nos conocimos en el año 94, cuando empezaba mi tesis doctoral. Desde el principio fue un apoyo valioso, siempre dispuesto a resolver dudas y aportar ideas. Me ha acompañado durante mi trayectoria académica en todos los eventos significativos, no recuerdo ninguno en el que no haya contado con su consejo certero, siempre generoso a la hora de emplear su tiempo en ayudar a los demás. Aparte de un brillante ingeniero aeronáutico, con una gran capacidad de trabajo, ha sido un excelente profesor.
Más importante aún, una buena persona, muy divertido y cercano con todos, dialogante y siempre dispuesto a poner un toque de humor. Pepe ha sido un gran amigo con el que compartir muchos buenos momentos al margen de la vida laboral.
Le vamos a echar mucho de menos, aún no nos hemos hecho a la idea de la pérdida que supone su partida prematura.
Carlos Navarro Ugena, Catedrático del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Tras vencer (todavía no sé cómo) el extraordinario dolor por la muerte de Pepe, me decidí a escribir unas pocas líneas sobre quién fue mi amigo y unos de mis colaboradores en el que más confianza tuve.
Conocí a Pepe allá por 1993, cuando ambos estábamos en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la UPM y, entonces él, era becario del CENIM. Me llamó la atención –no colaborábamos en el trabajo en el que él estaba involucrado- su enorme bondad y su extraordinario sentido del humor cuando nos encontrábamos en la sala de ordenadores del departamento. Congeniamos desde el principio. Cuando obtuve mi nombramiento como catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras en la Universidad Carlos III hablé con él de sus planes de futuro y le propuse que concursara a las plazas de profesorado contratado o de funcionariado interino que convocase mi nueva Universidad. Afortunadamente para mí, me hizo caso y en 1994 estaba ya a mi lado. Entonces, en mi grupo éramos cinco personas: Pepe, como profesor, Henar Miguélez y Jorge Torrecilla, como estudiantes de doctorado, Pepe Puerta, como técnico de laboratorio, y yo. Comenzaba, entonces, el germen de lo que hoy es el Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la Universidad Carlos III de Madrid.
En grandísima medida, nuestro departamento actual debe todo lo que somos a Pepe. Gracias a su enorme competencia docente y científica, y a lo extraordinaria persona que él era, conseguimos, partiendo desde el cero más absoluto, ser lo que ahora somos. Pepe luchó siempre a mi lado. Siempre fiel, siempre dispuesto a darlo todo por la Universidad. Jamás discutimos; siempre estábamos de acuerdo. Aunque tuviésemos opiniones diferentes, siempre llegábamos a un acuerdo.
Recuerdo, hace unos veinte años, cuando me descubrieron mi hipertensión, le pregunté a Pepe que cómo andaba él de tensión y me contestó (como no podría ser de otra forma en alguien que poseía ese gran sentido del humor): “Soy el que más tiene de Alcalá”, lugar en el que siempre vivió. Siempre de broma y buen humor, haciendo la vida a los demás mucho más llevadera y sencilla.
No es que solo sienta la muerte de Pepe, es que se me ha ido uno de mis mejores amigos del alma, mi grandísimo compañero, sin el cual no se hubiese podido montar nuestro actual departamento y que demostró con creces que no me equivoqué cuando le propuse que hiciera todo lo necesario para venirse a la Carlos III.
Pepe, amigo mío del alma, desde El Cielo –que es dónde seguro que ya estás- sígueme, y síguenos, ayudando y te prometo que haré todo lo posible por reencontrarme contigo y, cuando eso suceda, abrazarte en ese reencuentro con quien considero mi hermano.
David Pedroche Arias, Técnico de Laboratorio del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Alguna vez lo hablaba con Pepe, uno de los mejores momentos del día era el de la comida (junto con el de la siesta, como solía decir bromeando). Es verdad, era así, pero en gran medida era gracias a él, era gracias a ti Pepe. Echaré muchísimo de menos las conversaciones distendidas entre plato y plato, acompañadas de anécdotas y de millones de risas, esas conversaciones, esos momentos compartidos que junto con el día a día me permitieron descubrir que por encima del brillante profesional destacaba aún más tu humildad, tu calidad y calidez humana, esa cercanía por la que siempre te sentiremos cerca Pepe. De eso no impartías clase, pero de eso es de lo que tenemos que aprender. Por cierto, escribiendo estas letras me estoy acordando de ese abrigo que no te cerraba este invierno… no era la cremallera Pepe, era tu corazón, imposible que cerrara.
José Luis Pérez Castellanos, Profesor Titular del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
¡Hola, buenos días! ¡Bienvenido! ¡Soy Pepe!, me dijo afablemente aquel personaje de cálida sonrisa y ojos bondadosos. Era mi primer día en la UC3M. Comenzaban unos años de intenso trabajo a los que la presencia de este Pepe que ahora tan cariñosamente me acogía, aportaría grandes dosis de sensatez, inteligencia y calor humano.
La bonhomía de Pepe marcaría pronto un estilo en el quehacer del Departamento. Sabía “templar gaitas” y dialogar, respetaba todas las opiniones, era positivo aportando ideas,… Y siempre derrochando honestidad, humanidad y sencillez.
¿Con quién se comentaba la actitud a tomar ante tal o cual asunto?: con Pepe. ¿A quién se hacía partícipe de algún problema personal “espinoso”?: a Pepe.
Pepe era, también, participativo, risueño y divertido. Con sus modos contribuyó, sobremanera, a tejer fuertes lazos de compañerismo entre los miembros del Departamento.
Todos los “viejos del lugar” podríamos aportar situaciones y anécdotas de aquella época que abundarían en la imagen de Pepe como lo que era: una excelente persona.
Compañero, amigo, nos has dejado una huella imborrable. Allí desde donde nos estés viendo, un enorme abrazo de agradecimiento.
Sergio Puerta Hueso, Técnico de Laboratorio del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Hola Pepe, allí donde estés seguro que estás repartiendo risas y conocimiento, como siempre has hecho con todos mientras nos regalabas tantos ratos. Cuando entraste en mi vida tenía escasos veinte años, campechano, inteligente como nadie y siempre dispuesto a ayudar en lo que fuera. Lo primero que me dijiste fue que si tenía algún problema con algo o alguien te lo dijera sin dilación, que tú te encargabas; lo segundo fue la mayor bronca que me han echado en la vida. Desde entonces siempre has sido como mi segundo padre, sabía que cualquier cosa que necesitara ahí te tendría. Ahora ya no te tengo, pero ya te has encargado tú de hacerme un hombre, un pedacito de ti, que solo aspira a tener una minúscula parte de todas aquellas cosas que derrochabas de forma tan altruista. Por eso el dolor se palía un poco sabiendo que estas y siempre estarás en todos nosotros para toda la vida. Te has ido sin despedirte, no sé si es mejor así, ninguno habríamos soportado esa despedida.
José Puerta Nuevo, Técnico de Laboratorio del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Tantos buenos momentos he pasado al lado de mi buen amigo Pepe. Un hombre positivo, alegre, entusiasta, siempre dado a favorecer a todo el mundo. Era difícil no quererle, me siento privilegiado de haberle conocido, siempre le recordaré y le llevaré en mi corazón.
Marisa Romero Rincón, Secretaria del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Te recordaré siempre amable, alegre, cercano y con gran sentido del humor.
Buenísima persona, con grandes valores y buen hacer.
Lourdes Rubio Ruiz de Aguirre, Catedrática de Ingeniería Mecánica, Universidad Carlos III de Madrid.
No me es fácil empezar a escribir algo sobre el profesor José Fernández, Pepe Fernández, Pepe. No sé ni por dónde empezar. Por el principio. Te conocí hace ¡casi un cuarto de siglo! cuando me incorporé a la UC3M para ser profesora ayudante, más o menos becaria por aquel entonces. Becaria “a tus órdenes” para hacer algo tan desconocido para mí como era investigar. Y más aún investigar en Mecánica de Fractura. Y así pasamos meses y años para acabar (aquel puente del Pilar) uno de los proyectos de mi vida. Con tu ayuda. Mi Tesis Doctoral. Aprendí todo de ti y contigo: a hacer ensayos, a buscar bibliografía, a ser crítica con los resultados (“Maria Lourdes para que hurgas” me decías muchas veces), a ser rigurosa con los aspectos científicos, a adimensionalizar las variables, a escribir artículos. En esos años se forjó una amistad sincera, contigo, y con todos los que a tu alrededor aprendíamos. Todos a los que tú mismo denominabas tu “familia científica”. Tú, el padre, y nosotros los hijos, y después…tus nietos. ¡Cómo te gustaba este símil! No puedo pensar en ti, Pepe, sin acordarme de los buenos momentos que hemos pasado. Y de los malos, que también los ha habido. Tampoco puedo acordarme de ti sin pensar en lo que me has ayudado. Mucho. Muchísimo. Estuviste presente en otros dos importantes hitos de mi vida profesional. Dos oposiciones, nada fáciles, para avanzar en mi trayectoria académica. ¡Qué orgulloso te sentías de nuestros logros! Los de tu familia científica. Sin duda, lo eran también, en definitiva, tuyos. Eras generoso, buena persona, templado y humilde. “Soy tu becario, jefa, mándame algo que hacer” me decías. ¡Grande Pepe! Esto ha sido un duro golpe para todos. ¿Quién podía pensar que “el bicho” nos iba a dar tan duro en la persona a la que queríamos tanto? Contigo se nos ha ido un apoyo importantísimo en lo profesional. Pero como lo personal y lo profesional en nuestras vidas acaban estando unidos, en lo personal también. 24 años de trabajo compartido. 24 años de vivencias comunes. De desayunos con porras, de celebraciones con bollitos, de comidas con las familias (un beso, Paloma, Andrés y Jaime), de cafetitos vespertinos en el “Bronx”, y de artículos, de revisiones, de congresos, de proyectos del plan nacional y de cuentas, como a ti te gustaba decir con el lápiz puesto detrás de la oreja. ¡no nos habremos reído nada con eso! Aprenderé a seguir sin tí, sin mi MAESTRO, nuestro MAESTRO, pero con tu recuerdo, con tu apoyo y tu aliento desde allí donde te encuentres… El Cielo, sin duda. ¡GRACIAS PEPE! Te vamos a echar tanto de menos…..
Sonia Sánchez Sáez, Catedrática del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Siempre en nuestro pensamiento, siempre en nuestro corazón, siempre con nosotros. Gracias Pepe por tanto.
Carlos Santiuste Romero, Profesor Titular del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Nadie le llamaba José Fernández Sáez, ni profesor Fernández Sáez. Para todos era Pepe.
Desde los catedráticos hasta los alumnos. Para todos era Pepe.
Era su gran virtud, era tan sabio como para ganarse la admiración de cualquier científico del mundo y tan humilde como para ganarse la simpatía de sus alumnos. Y para todos era Pepe.
Si tenías cualquier duda como científico y no encontrabas la respuesta en ningún artículo, en ningún libro, en ninguna web… sabías que alguien te podía ayudar. Y para todos era Pepe.
Si tenías cualquier duda como profesor y no sabías cual era la mejor forma de explicar algo, sabías alguien tenía una respuesta. Y para todos era Pepe.
Si tenías cualquier duda como persona y dudabas cómo afrontar un problema, sabías quién te podía orientar. Y para todos era Pepe.
Si tenías un mal día, sabías donde encontrar un amigo y una sonrisa. Y para todos era Pepe.
Era un gran sabio, un científico riguroso, un compañero fiel, un trabajador incansable, un corazón inmenso, un líder al que seguir al fin del mundo, un MAESTRO. Y para todos era Pepe.
Óscar Serrano González, Personal Docente Investigador del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Pepe fue uno de mis directores de tesis. Los que trabajamos con él, tuvimos el privilegio de aprender de su larga experiencia científica y docente, pero más de sus valores como persona. Tengo el honor de haberle conocido en la distancia corta durante cuatro años. De todas sus virtudes, la que más afortunado me hizo sentir como doctorando fue su espíritu investigador de continuar al pie del cañón aún después de haberlo conseguido todo. Él estaba ahí cuando le necesitabas. Siempre dispuesto a largas reuniones en las que podíamos estar discutiendo durante horas cómo redactar un párrafo de un paper para transmitir la idea lo mejor posible. Jamás olvidaré el último día para la entrega de la tesis. Estábamos a las once y media de la noche en la universidad junto a mi también director de tesis Ramón Zaera, mejorando la última versión (después de muchas) mientras comíamos frutos secos y chocolate para luchar contra el cansancio. Pero si las reuniones eran enriquecedoras, las charlas previas sobre cuestiones cotidianas lo eran aún más. Aprendí de Pepe mucho más allá de los papers y la tiza. Le llevaremos siempre en nuestros pensamientos. Gracias por todo.
Alejandro Sevilla Santiago, Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Térmica y de Fluídos, Universidad Carlos III de Madrid.
El Profesor Pepe Fernández era la viva imagen de la excelencia científica y personal, y una referencia permanente para todos los afortunados que pudieron pasar tiempo con él. No sólo compartía con alegría sus amplísimos y profundos conocimientos, sino que lo hacía desde un interés genuino y sincero por el trabajo ajeno. Sumando su genial sentido del humor, su buen carácter, y su sutileza de análisis, es evidente que Pepe era una persona absolutamente excepcional, sin cuya presencia nuestra institución ha perdido dolorosa e irreversiblemente cabeza y corazón.
Guadalupe Vadillo Martín, Profesora Titular del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Gran docente, gran investigador, riguroso, trabajador, siempre con ganas de aprender. Le tengo que agradecer muchas cosas.
Javier Vila Morán, Doctor por la Universidad Carlos III de Madrid.
Desde la elegancia de una integral bien planteada para un problema de solución aún por descubrir, José siempre supo sacarnos una sonrisa con su humor dicharachero y su actitud inmejorable. Con la cabeza en el cielo y los pies en el suelo, la energía vital que desprendía llenaba la habitación con su presencia, y su calidad humana te arropaba mientras escuchabas las sabias palabras que se le desprendían cual fruto de árbol centenario. José fue una gran persona y un magnifico Profesor, al que siempre guardaré mucha gratitud y amplio aprecio y cariño. El aprendizaje del doctorado duró tres años pero a su lado y al de Ramón se me hicieron tres meses. Sin él no habría llegado hasta el otro lado del charco. Muchas gracias y hasta siempre. Te queremos Pepe.
Ramón Zaera Polo, Catedrático del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad Carlos III de Madrid.
Siempre guiando, sutil, entre parábolas, evitando el mensaje directo que hiere y huyendo de la ofensa. Siempre dispuesto a liderar el consenso, a pesar de reconocerse fatigado, activando generosamente un talento singular para entender y equilibrar diferentes posturas. Desinteresado en lo propio, demandando nada, regalando tanto. Investigador y docente por vocación. Renunció a su carrera como ingeniero para dedicarse a la academia, partiendo de cero. En gran medida autodidacta, travieso, enredador, intuitivo, curioso incansable. Siempre fisgando en la bibliografía, cuestionando y cuestionándose. Gestor de las ideas e inclinado a dejar el protagonismo a los demás. Siempre humano, próximo, acogedor, certero en su consejo. Siempre rizando el humor hasta sacarnos la risa. Siempre mostrando con su ejemplo, prescindiendo de homilías, el camino para ser mejor. Gracias Siempre, Pepe.
Colegas del ámbito académico y científico de centros de investigación nacionales y extranjeros recuerdan su valía como persona y como profesional
Jesús Manuel Alegre Calderón, Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Burgos.
Decía Jack Welch que “si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser mejores, eres un líder”. No nos cabe ninguna duda a los que llegamos a disfrutar de Pepe, que encaja perfectamente en esta definición. Yo tuve el placer de conocerle en una comida de un congreso hace más de 25 años. No sé exactamente qué pasó aquel día, pero nació una amistad que se fue forjando a pesar de la distancia, o más bien alimentada por ella, hasta convertirse en mi referente, mi amigo, mi maestro. Todos conocemos su excelente trayectoria profesional, poco más que añadir en este campo. Pero lo que de verdad hacía especial a Pepe, como los delicados platos gastronómicos con estrella Michelin, era la equilibrada combinación de ingredientes como la sabiduría, el humor, la sinceridad y la honestidad. Recuerdo con nostalgia nuestras amenas conversaciones, del campo científico o de la vida, recuerdo también su risa, sus consejos, su nobleza, su sencillez y su modestia. Recuerdo tantas cosas, que con lágrimas en los ojos y escondido en este telón de palabras, te digo adiós, amigo…pero ten presente que siempre seguirás en mi memoria y que tu luz ya forma parte de mi camino.
Pilar Ariza Moreno, Catedrática de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Sevilla.
Querido Pepe, querido amigo,
Cuán arduo resulta solo atisbar que toque desprenderse de seres queridos. Pero así, de sopetón, te deja tiritando. Debo dejar de hablar solo de mí, porque estas pocas palabras son para ti. A ti y a mí no nos acercaba la distancia, no nos unía la edad, pero creo que hemos compartido algunos principios y gustos por hacer las cosas, que a fin de cuentas cohesiona mucho más.
Me detengo a pensar e inevitablemente acabo sonriendo, porque esa es la imagen que tengo de ti, siempre una sonrisa generosa y entrañable, siempre una palabra amable, conciliadora y justa, siempre un consejo oportuno, siempre un talante templado. Paso revista también a los amigos comunes, y a las generaciones más jóvenes que no habría llegado a conocer si no fuese porque tú los has aglutinado y los has llevado contigo. Ellos son para mí una parte de tu legado.
Un legado que queda totalmente imbuido de tu extrema generosidad y tu exquisita modestia.
Guardaré como un tesoro esos ratos tan buenos, tan entrañables y divertidos, esos repertorios inacabables de chistes, con sus réplicas y contrarréplicas. Simplemente priceless.
Un fuerte beso Pepe.
Covadonga Betegón Biempica, Catedrática de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Gijón.
Como sabe todo aquel que tuvo el honor de trabajar con él, José Fernández Sáez tenía un profundo conocimiento de la Mecánica de Medios Continuos. Conocía las tensiones, las deformaciones, el comportamiento… Era capaz de analizar los problemas más complejos y reducirlos a problemas simples. Y así era también en todo. No sólo en la Mecánica, también era un maestro en las relaciones personales, el afecto, el mundo familiar. Siempre un consejo reflexionado, siempre una palabra amable.
Matías Braun, Profesor Asistente del Departamento de Construcciones, Universidad Nacional de La Plata.
Tuve la suerte de tener como director de tesis a Pepe. Su experiencia y visión de la ciencia lo hicieron un gran jefe y mentor, pero su integridad, respeto y amistad lo convirtieron en una gran persona. Me acuerdo cuando lo vi al frente de un aula por primera vez, y al terminar la clase inflé el pecho y con vanidad le decía a mis compañeros del máster: “él es mi director de tesis”. Desde entonces, ha sido para mí un orgullo poder decir que tuve como mentor a José Fernández-Sáez. Pepe me enseñó a ser auto exigente, a pulir una y otra vez hasta la sacar mejor versión. Me enseñó a sentirme orgulloso de los resultados obtenidos, y que el esfuerzo merece la pena. Pepe fue y será un referente de lo que se debe ser como docente, como investigador y como persona.
Begoña Calvo Calzada, Catedrática de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Zaragoza.
José Fernández (Pepe para casi todos), compañero de la Universidad Carlos III y fallecido recientemente a causa del COVID-19. En lo personal no lo conocí bien, pero en el ámbito profesional compartí con él numerosos eventos académicos: tribunales de tesis doctorales, tribunales de oposición, reuniones académicas, etc, … No puedo olvidar los numerosos debates en los que participamos y en los que destacaba por la claridad de sus argumentaciones, la agilidad en las respuestas y, sobre todo, la justicia de las mismas. La última vez que hablé con él fue estando yo en una oposición celebrada los primeros días de marzo en Madrid, cuando la palabra coronavirus empezaba a sonar en las noticias pero que no podíamos ni imaginar cómo iba a cambiar el rumbo de nuestras vidas. En el caso de las universidades, el COVID-19 nos ha obligado a suspender todas las actividades como clases, oposiciones, … Todas las actividades presenciales universitarias se han cambiado a actividades online. Algunos ven que la situación actual puede ser una oportunidad futura para desarrollar otro modelo de enseñanza ¿conoceremos una nueva era en la docencia?
Pepe desarrolló una gran labor docente e investigadora. Siempre estaba al tanto de los problemas del Departamento y nunca ahorraba esfuerzos para llegar a una solución de los mismos. Pepe, hombre de virtudes nobles, lo fue hasta el final. El cumplimiento del deber, la honradez, la defensa de lo que consideraba justo, hizo que fueras tan apreciado y querido por tus compañeros del departamento y de la escuela, a los que quiero mandar mis condolencias.
No quisiera terminar sin mostrar mis condolencias a su esposa, y sus dos hijos, siempre presentes en sus conversaciones, y al resto de su familia. Espero que los mensajes que reciban en esta revista reconforten un poco a sus familiares y ayuden a sobrellevar una pérdida ocurrida “muy pronto”. Desde la Universidad de Zaragoza, os queremos transmitir un mensaje de ánimo a los que os ha golpeado el virus y también quiero dejar un último recuerdo para Pepe, compañero al que no hemos podido despedir aún como se merecía. Por su memoria y en su recuerdo. Descanse en paz.
Jesús Chao Hermida, Investigador, Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas.
La Universidad Carlos III de Madrid me pidió que escribiera unas líneas de despedida a nuestro querido amigo, camarada y catedrático de universidad José Fernández Sáez, fallecido hace escasas semanas. Para ello no puedo menos que recordar los momentos compartidos con José Fernández mientras estuvo disfrutando de una beca predoctoral para hacer su tesis en el CENIM, hace ya treinta años. José Fernández fue un hombre íntegro, sencillo, humano y a la vez flexible y firme en sus convicciones. Sus amigos le llamábamos Pepe. Los que tuvimos la oportunidad de conocerle más de cerca pudimos apreciar su gran humanidad y camaradería, pero hay una faceta que le caracterizaba sobremanera: su gran sentido del humor. Eran frecuentes las interrupciones de la jornada laboral con bromas ingeniosas y chascarrillos, que lejos de importunar, fomentaban la cordialidad, la camaradería y el espíritu de equipo. Su gran pasión profesional fueron las matemáticas, como él nos decía: “A mí, lo que realmente me gusta, son las cuentas”.
Ahora, podemos sentir un vacío porque se ha ido, pero sabemos que a Pepe le hubiera gustado que no dejáramos de sonreír, amar y seguir adelante. Gracias Pepe, por tu amistad, por tu ingeniosa risa y por tu incondicional apoyo en los momentos difíciles. Gracias. Hasta siempre.
Eugenio Giner Maravilla, Catedrático de Ingeniería Mecánica, Universidad Politécnica de Valencia.
Pepe era, ante todo, una buena persona. No sólo un excelente compañero de trabajo sino un gran amigo, pese a los casi 400 km de distancia que nos separaban. Posiblemente uno de los rasgos más atractivos de su carácter fuera lo bien que cubría tanto el apoyo profesional como el personal. Una persona que siempre se interesó a partes iguales por lo académico y por los avatares de la vida de cada uno. Y eso es algo muy difícil de encontrar, que siempre agradecí y por lo que siempre le estaré agradecido.
Excelente ingeniero, profesor e investigador y a la vez un maestro, un compañero y un amigo. En su despacho, disfrute de los momentos más agradables de mi vida profesional y que me han dado más satisfacción, haciendo “unas cuentas”, como a él le gustaba decir, sentado junto a su pizarra y haciendo equipo con Alfonso Fernández Canteli.
Junto a él, renacían en mí las ganas de aprender. Es la prueba de que era un maestro. Una de las cosas que más le repetía era que quería que me dirigiera una segunda tesis. Muchos buscan realizar estancias en el extranjero. Sin embargo, yo quería hacer una estancia supervisada por él para continuar aprendiendo.
Apoyo y conexión, mucha conexión, es lo que siempre noté a su lado. Siempre deseando pasar a saludarlo en cada visita a la UC3M, donde me presentó a tantos buenos compañeros y amigos. Él fue de los pocos que valoró todo lo que venía investigando cuando nos conocimos en los encuentros del Grupo Español de Fractura. Apoyo continuo durante la época de la acreditación. Preocupado siempre por la salud de mis allegados y por los momentos personales complicados.
De su mano conocí el Madrid del Barrio de las Letras y la calle de las Huertas, el Círculo de Bellas Artes y lo que es tomar unas cañas y unos boquerones en La Dolores. Y luego estaba su sentido del humor, tan único, que me hacía desear sentarme a su lado en todas las cenas de los congresos del Grupo Español de Fractura.
Por todo eso siempre era buscado. Por mí y por todos.
Manuel Doblaré Castellano, Académico de la Real Academia de Ingeniería de España y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas, Químicas y Naturales de Zaragoza. Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Zaragoza.
José Fernández ha sido un gran científico e ingeniero con contribuciones sobresalientes en muchos campos. Uno de los pioneros y mejores investigadores mundiales en la Mecánica de Fractura, con aportaciones de enorme originalidad y relevancia. Sin embargo, esta enorme calidad científica y pedagógica quedaba, hasta cierto punto, ensombrecida por sus formidables cualidades humanas.
Pepe era una de las escasas personas que mejoraban la vida de todo aquél que conocía. Optimista irredento, con la sonrisa siempre por bandera, humilde, sin dobleces ni hipocresías, alguien en quién puedes confiar, y siempre dispuesto a la ayuda desinteresada; en fin, una persona maravillosa. No he sido testigo de un solo momento, en los más de 25 años amistad mutua, en el que haya oído a alguien emitir una crítica, siquiera velada, sobre él; solo alabanzas sobre su forma de ser, su alegría contagiosa y su bonhomía.
Siempre que nos veíamos, recordábamos momentos, inolvidables para ambos, vividos con nuestros comunes amigos, José Antonio, quién también nos dejó, y Alfonso. Manolo, ¿recuerdas la tesis en Zaragoza donde tanto nos reímos?, me decía. Sí, Pepe. Y nos contábamos por enésima vez algunos de los chistes que nos servían de recuerdo de aquellos momentos. Minutos que nos reconciliaban con la amistad y con la alegría de vivir.
Su muerte me ha dejado, nos ha dejado, un vacío irreparable. No abundan las personas como Pepe, los portadores de luz, los que nos ilumina el camino y hacen más fácil, más claro y feliz su recorrido. Son elegidos que, cuando no están, notas su ausencia, y me hacen siempre preguntarme. ¿Por qué nos dejan siempre antes los mejores?
Adiós Pepe. Siempre serás una parte importante de mi vida.
Manuel Doblaré. Un amigo.
José Domínguez Abascal, Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Sevilla.
Supe tarde del fallecimiento de Pepe porque nuestros amigos comunes me lo ocultaron hasta que yo mismo superé la neumonía que, simultáneamente con él y bastante más leve en mi caso, me había producido el COVID-19.
Pepe, el bueno de Pepe, tuvo peor suerte y eso me hace tener un sentimiento de deuda adicional con él. Adicional porque es difícil no estar en deuda con Pepe. Nos dejó después de una vida de bondad y generosidad con los demás.
Pepe llegó al Área de Conocimiento como a todas partes, discretamente y sin sobresaltos. Pronto descubrimos a un hombre extraordinariamente amable y generoso en su esfuerzo para con las cosas colectivas. Siempre dispuesto a enseñar cuanto sabía y a echar una mano a quien lo necesitara. No le conocí un sentimiento oscuro.
¡Que su manera de ser nos acompañe para siempre porque eso nos hará mejores!
Miguel Ángel Herrero, Académico Correspondiente, Real Academia de Ciencias. Catedrático de Matemática Aplicada, Universidad Complutense.
A mi cuñado Pepe Fernández tengo que agradecerle, entre otras muchas cosas, el descubrimiento de un problema fascinante: el estudio del origen y la propagación de fracturas en sólidos. Gracias a el, hace ya unos veinte años tuve ocasión de iniciar un contacto sobre este tema con su departamento en la Universidad Carlos III de Madrid. En estos encuentros, tanto Pepe como Carlos Navarro, su director en aquel momento, transmitían un entusiasmo contagioso por sus estudios a un grupo de matemáticos de la Universidad Complutense, curiosos y escépticos, entre los que yo me encontraba. Con el tiempo, los problemas relacionados con la propagación de fracturas o la plasticidad en sólidos dieron lugar a alguna tesis doctoral en nuestro grupo. Más recientemente, alguno de nosotros ha retomado el hilo subterráneo de aquellos contactos para estudiar la reparación de microfracturas en nuestro esqueleto como consecuencia del proceso de remodelación ósea, que actúa continuamente a lo largo de nuestras vidas.
Es difícil imaginar que estas actividades se hubieran llegado a desarrollar sin el impacto que tuvo entre nosotros la vocación, el entusiasmo y el profundo conocimiento que tenía Pepe de la ciencia que cultivaba. Estas cualidades son ya de por sí muy destacables, pero aun cabría añadir otra que no lo es menos: la generosidad con que dedicaba una parte significativa de su tiempo a discutir con personas como nosotros, ajenas a su campo, y la atención con la que escuchaba y atendía nuestras opiniones y sugerencias. Todo este esfuerzo, que no siempre se materializa en el resumen aséptico de un curriculum académico al uso, es una característica distintiva de quienes mantienen viva la pasión por el conocimiento en las escuelas científicas, por encima de modas y caprichos administrativos. Así era Pepe, y así le recordaremos.
Alfonso Fernández Canteli, Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Gijón.
En el recuerdo de Pepe Fernández Sáez prevalece su humanidad. En el entorno competitivo universitario encontrar a una persona siempre dispuesta a ayudar desde la objetividad de sus méritos reales, no es habitual. No recuerdo nunca unas palabras de condena sobre trabajos ajenos, sino en todo caso una propuesta de mejora. Todo estaba basado en su rigor matemático, en su análisis crítico, todo ello seguramente adquirido en su Escuela de Aeronáuticos en una etapa de profesores y maestros míticos. Sentí su cercanía y la confianza de poder contar con él, y el privilegio de ser uno de sus amigos cuando necesitábamos lograr un avance en una tesis o modelo. ¡Qué suerte haber podido asistir como miembro del tribunal en la defensa de varias de sus tesis doctorales!, en las que nos ampliaba el conocimiento en campos novedosos, que acentuaban una vez más la evidencia y necesidad de adquirir o incorporar nuevas orientaciones en nuestros trabajos.
Destaco su afán por encontrar nuevas formas y nuevos caminos de investigación, su entrega a su equipo del departamento de MMCTE y de la Universidad Carlos III, su generosidad para conseguir la promoción de sus jóvenes colegas, por la que sacrificó, en mi opinión otras colaboraciones o rumbos más inmediatos. Siempre atento y abierto a reforzar la colaboración con otras instituciones y a recoger las invitaciones que le hacíamos de alianzas, a veces precipitadas con centros extranjeros y como no, a facilitar el aparcamiento cuando llegábamos desorientados al entorno de la Escuela de Leganés y recurría a ese guarda de seguridad que tenía un cuñado en Gijón, lo que permitía un arreglo de última hora, por no haber sido previsor en la reserva.
Pero también pudimos disfrutar de su humor, contagioso y sano cuando llegaba el turno del modelo de relajación, no viscoelástica: Las conversaciones llegaban incuso a disquisiciones sobre el castoreño y otras cosas del toreo, inspiradas por el descubrimiento de “Riberita” aquella invención humorística de aquel otro gran compañero, también hoy desaparecido, José Antonio Garrido, en El Cebadero, restaurante de confraternidad en el que sucedía la celebración de las tesis doctorales o reuniones de investigación en Leganés. Y no digamos en las tertulias y comidas o cena de gala del GEF ya liberados de las angustias en las presentaciones de aquellos locos modelos de fractura.
Al final, Pepe Fernández Sáez además de un gran profesor, de un gran investigador y de un gran amigo fue mucho más porque para resumirlo solo me viene a la mente la famosa frase de “fue en el buen sentido de la palabra, bueno”. Nada más que eso!
A todas estas reflexiones se une todo nuestro grupo de investigación de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, de la Universidad de Oviedo y mi hijo Daniel, que añade: En Pepe encontré a una persona bondadosa, accesible y colaboradora, participando en mi tesis como un codirector más. Guardo un gran recuerdo de esos momentos compartidos.
Luis A. Godoy, Catedrático de Estructuras, Universidad de Puerto Rico/Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Mi conexión con el Dr. Fernández Sáez (nuestro querido Pepe) ocurrió con motivo de una estancia sabática que pasé en el Departamento de Mecánica de Medios Continuos de la Universidad Carlos III de Madrid durante 2008 y en sucesivas visitas que hice en los años siguientes. Tuve oportunidad de compartir temas profesionales y personales con él, a través de charlas de almuerzo o de café, o en visitas a su oficina para conocer sus intereses de investigación. Así conocí a Pepe, de quien guardo los mejores recuerdos.
Desde el primer día me dio la impresión de ser alguien con una formación muy fuerte en mecánica, lo cual fui confirmando y valorando más a medida que pasaban los meses. Sus dones como persona me llamaron mucho la atención: Pepe me hacía sentir muy bien recibido siempre que abría la puerta de su oficina con una sonrisa y me invitaba a iniciar una conversación. Estoy seguro que su actitud era la misma con otros visitantes que se le acercaban, porque valoraba mucho la cordialidad y el compañerismo. Con su humildad y su sabiduría, era un ejemplo a seguir. Puedo considerarme afortunado de haber conocido una persona de tanto valor como Pepe y los recuerdos y mi agradecimiento me acompañarán por mucho tiempo tanto a mi como a aquellos que lo conocieron.
José Carlos Gómez Sal, Profesor Emérito y Rector (2012-2016) de la Universidad de Cantabria.
Conocimos a Pepe, como un amigo de nuestra querida hermana Paloma, que sabíamos había ido varias veces a verla, cuando era enfermera en el Albaicín de Granada. Al poco tiempo, cuando ya entró a formar parte de nuestra familia, nos sorprendió a todos, al comunicarnos su decisión de dejar la empresa CASA, donde trabajaba como Ingeniero Aeronáutico y pedir una beca para hacer la tesis en el CENIM, comenzando su carrera Académica. Mientras paseábamos por las calles de Alcalá, recuerdo que le dije: “También tú te vas a dejar atrapar, como nos ha pasado a nosotros, por las redes de la investigación y la docencia, no es un camino sencillo, pero sí apasionante y gratificante, bienvenido al club, ánimo y adelante”. Quiero significar con esto que Pepe es un ejemplo de universitario y científico vocacional. Sus comienzos no fueron fáciles hasta que entró en la Universidad Carlos III y supo crearse un entorno científico adecuado donde desarrollar sus calidades y cualidades, científicas y docentes, con total dedicación sin eludir responsabilidades de gobierno y gestión cuando fueron necesarias. No soy quien pueda glosar sus logros científicos, pero me consta el reconocimiento y respeto que siempre logró entre sus colegas de área, como tuve ocasión de comprobar múltiples veces desde mi Universidad de Cantabria. Pepe era un hombre cabal, una persona cercana, ecuánime, con un agudo sentido del humor y poco dado a seguir las modas, siempre apostaba por el trabajo bien hecho, con criterio. Cuando daba su opinión, ésta era meditada y muy pocas veces, por no decir ninguna, salvo matices, nos encontrábamos en posturas distintas. Su amplísima cultura que desvelaba solo cuando era preciso, nunca por hacer alarde de ella, su amor por la lectura encontrando el placer en lo complejo, en autores y textos que para otros nos resultarían casi impenetrables y la afición por la música que compartía con Paloma, (a mí personalmente me hizo descubrir una parte importante de la música contemporánea), eran otros rasgos importantes de su personalidad. Para todos nosotros es un hermano más, él con Paloma, Andrés y Jaime nos han aportado momentos y vivencias inolvidables, todos tenemos muchos momentos que recordar juntos.
Pepe, Profesor, Hermano, tu ausencia es y será muy dolorosa pero tu trabajo, tu afecto, cariño y ejemplo, quedan siempre vivos en nuestras familias.
(Escrito en Santander, recogiendo el sentir de todos los hermanos y sus familias).
Luis Fernando Gómez Sal, Profesor de Lengua Castellana, IES Ramón Menéndez Pidal (A Coruña).
Tengo en mis manos un regalo de mi querido cuñado. En él puedo leer estos versos que el poeta dedica a uno de sus seres queridos:
Yo estaré en tu pensamiento, no seré más que una sombra imprecisa;
habré existido en un instante en que la alegría y la piedad ardían en tus ojos.
Pero también quiero permanecer desconocido en ti.
Desconocido. Simplemente envuelto en tu felicidad. (Antonio Gamoneda).
He tenido la fortuna de compartir con Pepe momentos de intimidad familiar, de conversación, de ocio, de preocupación por el futuro. Era un buen conversador por lo que de cuanto hablaba, sabía y cuando escuchaba, intentaba aprender. Era un gran lector que disfrutaba con los textos que para otros nos son indescifrables, de ahí su gusto por los ensayos de Rafael Sánchez Ferlosio. Pepe amaba la música desde el flamenco al rock, desde la tradición a los clásicos y, en su gusto por lo complejo, la música contemporánea. Era sumamente amable, acogedor anfitrión con un gran sentido del humor. Si tuviera que definirlo como persona escogería una palabra: inteligente. Como tal, no dudo que se sentiría representado en los deseos del poeta: permanecer desconocido, simplemente envuelto en la futura felicidad de mi amada hermana, de sus hijos, Andrés y Jaime, y de todas las personas que tuvimos el privilegio de quererle.
Alain Molinari, Professor Emeritus at the University of Lorraine, Metz, France. UC3M Excellence Chair.
Every one leaves an image, sometimes this image is particularly rich. José Fernández (Pepe) made a lasting impression on me. I keep of him the image of a researcher with great scientific insight and deep sense of curiosity together with the unique imprint of a much-loved colleague. When I met him in 2009 during a sabbatical leave at the University Carlos III, I was immediately at ease thanks to his humor and warmth. During years we have developed a fruitful scientific collaboration, published together several papers and … enjoyed some excellent restaurants around the university. Pepe was to me a true representative of the Spanish culture: tremendous hospitality, large culture, hardworking, great imagination. He was a serious person but knew also that fun makes life easier. It was fun to collaborate with him. He will be greatly missed.
Antonino Morassi, Catedrático de Mecánica de Sólidos y Estructuras, Universidad de Udine, Cátedra de Excelencia UC3M.
Es difícil escribir sobre un amigo que ya no está con nosotros, que de repente se fue, a quien no tuviste tiempo para decir adiós y con el que parece tener que volver a encontrarse pronto. El primer pensamiento que quiero expresar es de cercanía a la familia, a su esposa Paloma, a los hijos Andrés y Jaime y a todos sus queridos. Espero que el tiempo, si es posible, pueda aliviar su dolor y pueda filtrar de la memoria solo los momentos felices que pasaron juntos.
El tiempo. La única dimensión física que hasta hace unos meses consideraba “cierto”, no “relativo”, constantemente “creciendo”. Estaba hablando de esto con Pepe en febrero pasado. Le mencioné los sentimientos de “tiempo poroso” o “tiempo olvidado” que había experimentado recientemente, y él asintió y me invitó a mirar hacia adelante con optimismo. Así que al escribir este saludo a Pepe, hice un viaje en el tiempo, hasta el Otoño de 2013, cuando lo conocí por primera vez durante mi estancia en Madrid para un programa de investigación en el contexto de una Cátedra de Excelencia de la UC3M.
No nos conocíamos antes o, mejor, nos conocíamos indirectamente por haber trabajado en temas de investigación de interés común. Pronto se estableció un clima de colaboración y especial cordialidad. Recuerdo con nostalgia las reuniones en su estudio, junto al pizarrón, para discutir el progreso de la investigación con los otros amigos del grupo, los profesores Lourdes Rubio, Ramón Zaera, Antonio Loya, entre otros. La actitud de Pepe siempre fue entusiasta y de gran apoyo para nuevas ideas, profundamente ética y con gran disposición a colaborar. En los años siguientes, entonces, hubo muchas oportunidades para trabajar juntos y hacer visitas recíprocas, tanto en Italia como, con mayor frecuencia, en Madrid. Recuerdo con gran placer sus agudas observaciones al margen de una visita a un museo o una galería de arte, o durante un paseo por una localidad o un barrio, imbuido de un conocimiento sabio y profundo del pasado y la historia reciente de España. Casi de inmediato, le pedí que me hablara en español, quizás un poco despacio. Era una forma de establecer un contacto más directo y, en un par de ocasiones, me confesó que si hubiera podido elegir nacionalidad, aparte de la Española, hubiera querido ser Italiano. Permítanme decir que se estableció un vínculo entre nosotros que fue más allá de la relación entre colegas que comparten intereses de investigación comunes y gustos científicos relacionados. Fue un sentido más profundo de respeto y amistad que, al menos para mí, es muy difícil de encontrar y que quizás encuentre razones más distantes que están inervadas en las intersecciones entre la cultura y la historia de nuestros dos Países.
La última vez que vi a Pepe fue “remotamente”, en una plataforma digital, en la noche del 12 de marzo. En Italia estábamos en plena emergencia por la pandemia, mientras que en España el decreto del gobierno para la proclamación del estado de alarma habría entrado en vigor un par de días después. En esa reunión, mi voz se superpuso repetidamente con el sonido de la sirena del vehículo de protección civil que circulaba en la calle debajo de la casa e invitaba a la gente a no salir. Pepe comentó que creía que no se había visto nada así desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Parecía cautelosamente preocupado por la situación en la ciudad y por su anciana madre que vive en una ciudad al norte de Madrid. Al mismo tiempo, sin embargo, estaba sereno porque, me dijo, tenía los hijos junto a su esposa Paloma, y esto lo tranquilizó. Nos despedimos como siempre, abrazados “a distancia”, con la promesa de volver a vernos pronto.
No fue así y volver a Madrid para trabajar con los amigos de la UC3M nunca volverá a ser lo mismo. No hay explicación para lo que sucedió, no hay consuelo para los que permanecen. Sin embargo, Pepe nos deja un importante legado: ética profesional, respeto a todos, disponibilidad, apertura a nuevas ideas y problemas, la curiosidad que debe animar el trabajo de cada investigador. Y creo que, al final, recordar su ejemplo nos ayudará a ser más fuertes para enfrentar los desafíos que nos depara el futuro.
Concluyo con la dedicación a Pepe de la poesía “L’infinito” (1819) de Giacomo Leopardi (1798-1837), un poeta italiano que conoció y apreció.
“Sempre caro mi fu quest’ermo colle,
e questa siepe, che da tanta parte
dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
spazi di là da quella, e sovrumani
silenzi, e profondissima quiete
io nel pensier mi fingo, ove per poco
il cor non si spaura. E come il vento
odo stormir tra queste piante, io quello
infinito silenzio a questa voce
vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
e le morte stagioni, e la presente
e viva, e il suon di lei. Così tra questa
immensità s’annega il pensier mio:
e il naufragar m’è dolce in questo mare.”
Gerardo Oleaga, Profesor Contratado Doctor, Departamento de Análisis Matemático y Matemática Aplicada, Facultad de Ciencias Matemáticas, Universidad Complutense de Madrid.
Conocí a Pepe en 1998, cuando estaba en mi tercer año de tesis, en el Departamento de Matemáticas de la escuela Politécnica Superior de la Universidad Carlos III. Él formaba parte del grupo de Carlos Navarro, y con ellos conversamos en varias ocasiones buscando temas de trabajo en común. Él me animó a explorar varios problemas en la modelización matemática de la propagación de fracturas, facilitándome artículos y haciéndome conocer autores destacados y problemas abiertos. Recuerdo su calidez, su trato agradable y su entusiasmo, que continuó demostrando más tarde, visitándonos en la Complutense y participando en las reuniones que manteníamos regularmente, aportando sus ideas y su tiempo para contribuir a crear un puente entre las matemáticas y sus aplicaciones.
Muchas gracias Pepe por haber estado allí y habernos enseñado con tu humildad y buen hacer.
Federico París Carballo, Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Sevilla.
Quiero dejar constancia del placer de haber conocido a Pepe Fernández tanto desde un punto de vista profesional como personal. He encontrado muy pocas personas tan preparadas como él y al mismo tan respetuosas con las opiniones de los demás, siempre dispuesto a escucharte, a darte su opinión y a echarte una mano, y esto se corresponde con su bonhomía y su bondad demostrados en todos los aspectos de la vida en que tuve ocasión de tratar con él.
Las duras condiciones, particularmente para la familia, en que se produce el fallecimiento de nuestro amigo Pepe, hace muy valioso este foro en el que podamos volcar un recuerdo de nuestra relación con él. Creo que haciendo llegar estas vivencias y recuerdos a su familia, podremos contribuir a suavizar un poco la dureza de los momentos que están viviendo y a apreciar el cariño que Pepe despertó en todos los que le conocimos.
Hasta siempre Pepe!
Ryszard Pęcherski, Institute of Fundamental Technological Research, Polish Academy of Sciences.
On March 30, 2020 Professor Jose Fernandez Saes passed away.
With deep regret, we are saying goodbye to Professor Jóse Fernandez Saes, our friend Pepe, an outstanding scientist in the field of solid mechanics and a scientific authority, inspirer, and teacher. Our meetings and chats in Warsaw and in Leganes are remaining in our memory. One of us remained with “never ending story”, the concept of a joint scientific publishing in Spanish:
Historia sin fin
Somos parte de una historia, parte de un relato
Estamos todos en este viaje
Nadie se quedará
A donde sea que vaya
¿Cuál es el camino?
J.N. Reddy, Oscar S. Wyatt Chair, Texas A&M University, UC3M Excellence Chair.
Professor José Fernández Sáez (affectionately known to his friends as “Pepe”) of the University Carlos III of Madrid, Spain, was one of the pioneers of engineering research in Spain, a natural scientist, passionate for the adventure of discovery and invention, with broad view and horizons that transcend his expertise. I had the privilege and honor to know Pepe, coauthor journal papers with him, and was considered as his friend. I was very saddened by his sudden death. The Bible conveys a message that death is not the end of life; it is only the body that perishes, the spirit can never die … it continues to live. No words can entirely remove the pain of losing a friend like Pepe, but he lives in our memory as a great human being and an unconditional friend of his friends, students, colleagues, and collaborators. He provided encouragement and mentorship to young researchers with promising academic careers, and he is a constant admirer of the highest evidences of the human spirit. Pepe’s life gave his family and friends memories that are too beautiful to forget.
Daniel Rittel, Zandman Chair in Experimental Mechanics, Head of Material Mechanics Center, Israel Institute of Technology, UC3M Excellence Chair.
My first acquaintance with Prof. Fernández Sáez (Pepe) dates back to 2011 where I was awarded a Chair of Excellence at UC3M. This was an opportunity for me to meet new colleagues, hear about their activity and collaborate with some of them. Pepe impressed me as an extremely welcoming person, always smiling and easygoing. But beyond this first impression, I rapidly realized that Pepe was a deep thinker and a very fine scholar who never tried to impress you with the breadth of his knowledge. Such a modest attitude is the characteristic of the great scientists! Later on, I discovered that the person I thought of as a dedicated theoretician, had in fact a strong and early connection with applied experimentation from his early days at CENIM. We co-authored 2 papers on shear localization to which his contribution was determinant, on the analytical side he mastered so well and loved so much. Thereafter, Pepe turned his attention to more theoretical issues at the forefront of nonlinear elasticity and he literally blossomed while struggling with very complex issues. While I kept visiting UC3M throughout the years, we did not collaborate anymore as our interests had diverged, but the friendly connection remained intact, and I was always welcome with a wide and warm smile. When I heard the tragic news, my almost instinctive reaction was the thought of how am I going to pass by his door in the corridor, with his name on it and know that there is no more point knocking on his door to offer to share a coffee…
Pepe was a great scientist, a very fine person and a role model for those who knew him and that the chance to collaborate with him. He will be sorely missed, not only in the Continuum Mechanics Department, but also by everyone who was fortunate to know him.
My thoughts are with his family who has to cope with this tragic loss…may they never know any more sorrow.
Cristina Rodríguez González, Catedrática de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras, Universidad de Gijón.
“Más que un colega, un maestro… más que un maestro, un amigo”. Te fuiste, pero no nos has dejado. Siempre estarás en nuestros corazones.
Alexis Rusinek, Professor, Université de Lorraine, UC3M Excellence Chair.
I met professor J. Fernández-Sáez 20 years ago visiting his department at UC3M where he was the director of the laboratory. We started to discuss and exchange about our respective works … but quickly Prof. J. Fernández-Sáez became someone closer. He was after it for me and all his friends Pepe. He was a very smart person keeping in his mind that difficulties in sciences may be explained with joy and humor. He was also a humanist trying to consider people and to help them. Pepe was the driving force of the department and he leaves behind scientific orphans and especially his buddy Prof. Ramon Zaera. The department will no longer be the same and we will miss him, adios Jefe.
Wojciech Sumelka, Professor of Solid Mechanics, Poznan University of Technology.
I had the great honour to work with prof. José Fernández Sáez. His character and unwavering morale have always been a signpost for us.
He was a distinguished PROFESSOR, but he asked us to call him friendly PEPE – that’s how I will remember him.
Andrés Valiente Cancho, Catedrático del Departamento de Ciencia de Materiales, E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Universidad Politécnica de Madrid.
Pepe en el Departamento de Ciencia de Materiales de la UPM
La desoladora tragedia del virus COVID 19 tiene para mí nombre propio, y es el de José Fernández Sáez, o Pepe, como quería que le llamásemos todos quienes le conocíamos. La pandemia ha truncado de raíz la carrera profesional de Pepe, a pesar de lo cual no deja de ser singularmente brillante, y digo singular porque la brillantez de Pepe, lejos de ser deslumbrante, poseía la cualidad mucha más valiosa de iluminar a quienes se beneficiaban de su colaboración o de sus enseñanzas. Sus colegas y sus alumnos podemos dar fe de ello.
La estancia de Pepe en el Departamento de Ciencia de Materiales de la Universidad Politécnica de Madrid también tuvo un origen singular. Tras dedicar los tres primeros años de su vida a la industria aeronáutica, Pepe se reorientó hacia la investigación y realizó su tesis doctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM como becario del CSIC. En el CENIM continuó dos años más como becario postdoctoral, pero el segundo debía incluir una estancia en un centro de investigación externo. Por aquel entonces, Manuel Elices Calafat, creador y director durante casi tres décadas del Departamento de Ciencia de Materiales, formaba parte del organismo que debía autorizar las estancias y tuvo el feliz acierto para la universidad española de proponer que, al menos por una vez, se rompiera con la rutina de que el centro externo fuese extranjero. Su propuesta prosperó y Pepe formó parte del Departamento de Ciencia de Materiales durante el curso 1993/1994. Allí él y yo trabajamos juntos durante toda su estancia y allí conoció a otro gran colega, Carlos Navarro Ugena, de quién sólo el COVID 19 ha podido separarle.
A pesar del breve tiempo de estancia y de su corta trayectoria investigadora previa, Pepe dio sobradas muestras de su preparación y su talento en un entorno altamente competitivo como el Departamento de Ciencia de Materiales, pero si había algo que eclipsaba su valía académica eran sus valores humanos. Con un bagaje tan exclusivo Pepe era una de esas irrepetibles personas capaces de hacer que resulte acogedor un microcosmos como el académico, sobrado de intereses y personalismos. Tras su marcha a la Universidad Carlos III de Madrid, Pepe seguía presente en el Departamento de Ciencia de Materiales como un entrañable colega y amigo, incluso para quienes le habían conocido muchos años después de haber estado entre nosotros. Y es que con su potencial humano y académico, Pepe superaba sin proponérselo cualquier barrera generacional. Me atrevo a parafrasear a Churchill para decir que nunca una estancia tan corta dejó una huella tan profunda.
Al Departamento de Ciencia de Materiales le cabe el mérito y el honor de haber conquistado a Pepe para la universidad, y creo que a Pepe le cabe la satisfacción de haber dejado un recuerdo imborrable en uno de los departamentos que han hecho historia en la Universidad Politécnica de Madrid, historia a la que sin duda Pepe ha contribuido.
Ignacio Villa, Director ejecutivo del Departamento de Construcciones, Universidad Nacional de La Plata.
Conocí a Pepe (para todos era Pepe, a secas, desde el primer momento) en marzo del año 2003. Y no exagero en lo más mínimo al decir que el hecho de haberlo conocido, y con el tiempo haber fraguado con él una amistad entrañable, ha sido para mí un regalo de la vida, un auténtico privilegio. He tenido la suerte de conocer y trabajar con gente brillante a lo largo de mi carrera. Pepe era distinto. También he tenido la fortuna de conocer y rodearme de gente maravillosa. Pepe era distinto. Pepe era distinto a todos. Un tipo entrañable, humilde, sensible, generoso. Único. Inmenso. Un fuera de serie. Por un lado, tenía una inteligencia prodigiosa, que le permitía abordar problemas complejos de una manera siempre creativa e ingeniosa, aunque no se hubiera enfrentado antes a nada parecido. Eso le permitió destacarse científica, profesional y académicamente. Pero a la vez, era un tipo inusualmente cálido, buena gente, amigo de sus amigos, a quien nunca le faltaba tiempo para tomarse un café con quien se lo pidiera. Siempre voy a recordar la experiencia de estar con él en su despacho. Por ahí desfilaba de manera constante una sucesión infinita de personas en busca de una consulta, una palabra, una opinión o un consejo. Y todos, sin excepción, encontraban en Pepe aquello que iban a buscar. Acompañado además de su inseparable y contagiosa sonrisa, cuando no de una sonora carcajada. Pepe fue mi director de tesis, pero por sobre todas las cosas fue un pilar en el cual apoyarme durante mi estancia en Madrid. Desde el día en que lo conocí, en cada momento importante de mi vida, bueno o malo, Pepe siempre estuvo de una u otra forma a mi lado. Pepe era así. Nunca le voy a poder agradecer todo lo que me dio y todo lo que he aprendido durante estos años. El vacío que deja en quienes lo hemos conocido bien, en todos aquellos que de ahora en más andaremos por la vida huérfanos de su consejo, siempre sabio y equilibrado, es inmenso. Nos quedan los recuerdos y el consuelo de saber que aunque se fue pronto hemos tenido la dicha de haberlo conocido. Descansa en paz, querido Pepe. Vuela en Paz.