Entrevista a la escritora Marta Sanz

Entrevista a la escritora Marta Sanz

Marta Sanz

“En Farándula se expresa la inquietud que suscitan los cambios culturales y la rabia vital en un contexto de crisis donde precisamente la cultura se vapulea”

La novela Farándula de la escritora Marta Sanz fue la protagonista de la tercera sesión del Club Internacional de Lectura y Pensamiento de la UC3M, el pasado mes de enero. La escritora, galardonada con el Premio Herralde de Novela 2015, habló sobre los premios literarios, sus primeros pasos como escritora e intercambió impresiones con los asistentes. 

Farándula, de Marta Sanz

Portada de Farándula, de Marta Sanz.

A lo largo de tu trayectoria literaria has recibido varios premios, el más reciente es el Premio Herralde de Novela en 2015 por Farándula. ¿Ayudan los premios a consolidar la carrera de un autor?, ¿qué valor les das?

En este momento, recibir un premio es una de las formas más importantes de “visibilización” para los escritores. Ciertos premios son los mecanismos publicitarios más eficaces de industrias culturales privadas como Planeta o Anagrama. En mi caso, creo que consolidan una trayectoria de más de veinte años, aunque lo cierto es que el hecho de publicar con la editorial Anagrama desde 2010 fue fundamental para mí: encontrar la plataforma adecuada para ciertos libros es muy importante para llegar a los lectores.

En Farándula  tus personajes pertenecen o tienen relación con el teatro, ¿por qué te decidiste concretamente por el teatro para situar la trama de tu novela?

Por muchos motivos: hay algunas razones biográficas, por ejemplo, el hecho de que mi madre participase en una compañía amateur en los años setenta. Pero, más allá de lo biográfico, en Farándula se expresa la inquietud que suscitan los cambios culturales y la rabia vital en un contexto de crisis donde precisamente la cultura se vapulea: en España los actores alcanzan el noventa por ciento de paro. Son un sector muy representativo de la minusvaloración de proyectos culturales que, por otra parte, se alzan como peligrosa voz crítica frente a las tropelías del sistema. Las pequeñas compañías de teatro se lanzaron a poner en marcha fórmulas imaginativas, sostenibles desde un punto de vista económico, y a la vez actuales, incisivas, en su retrato de las cosas que pasan. Eso me parece admirable. Además, en el teatro se mantienen esos vínculos fuertes –el tacto, la temperatura, compartir un espacio– que vamos perdiendo poco a poco y que, en mi opinión, son básicos en la cultura, la política y el amor.

No sólo eres novelista sino que también escribes poesía, cuentos, ensayos, ¿en qué género te sientes más cómoda?

Cada pulsión, cada idea, cada pregunta ha de encontrar su propio lenguaje, su propio cauce genérico también. Así que no me siento más cómoda en un ámbito que en otro: sólo espero haber acertado con el género elegido para contar lo que quiero o necesito contar en cada caso.

Tus primeros pasos como escritora los diste en un taller de escritura, ¿en qué medida pueden ayudar este tipo de talleres a autores noveles?

Yo creo que ayudan mucho porque te ponen en contacto con personas que tienen inquietudes parecidas a las tuyas. Te ayudan a “salir del armario” como escritor, a construir una mirada crítica y autocrítica, a entender que la escritura es un oficio donde quienes toman la palabra lo hacen pidiendo silencio a una comunidad que no está ahí siempre para recibirte entre aplausos. Las escuelas de escritura no ortodoxas –las hay muy restrictivas– nos ayudan a  entender que escribir no es sinónimo siempre de escribir “bonito”: a veces hay que escribir feo de lo feo.

En el taller de escritura de la Escuela de Letras de Madrid conociste a Constantino Bértolo, editor de tus primeras novelas en la editorial Debate. ¿Qué significó para tu carrera literaria este encuentro?, ¿qué recuerdos guardas de él?

Supuso la transformación de mi facilidad literaria en el oficio de escribir. Supuso la posibilidad de que lo que había dentro del cajón o en el seno protector de la familia saliese al espacio público. Supuso tomar conciencia, marcarse un horizonte de autoexigencia elevado y asumir la responsabilidad de la escritura. Bértolo es para mí un maestro y, todavía, un amigo.

Recientemente has participado en una sesión del  Club de Lectura de la UC3M, ¿cómo ha sido este encuentro con tus lectores universitarios?, ¿qué destacarías de ellos?

El respeto, la curiosidad, la capacidad de escucha atenta y la inteligencia de ciertas preguntas, que reflejaron una mirada sensible y crítica no solo respecto a los libros que yo escribo, sino a los fenómenos culturales en general. Me encantó una pregunta sobre La, la, Land.